Descubre ¡el valle de La Vera!
Hemos vuelto a la carretera en un nuevo road trip en furgoneta.
Día 1 y 2
Setineta cargada de comida y agua fresquita, el puente de mayo y buen tiempo en el horizonte.
Salimos recorriendo los pueblos del Valle del Tiétar, ¡una buena ruta por sí misma! Te quedarás alucinada con la profundidad de su naturaleza, toma nota:
– Aldea del Fresno
– Piedralaves – Pueblo, Presa
– Iglesuela
– Casas Viejas
– Santuario de San Pedro de Alcántara (no pierdas la oportunidad de coger agua de su fuente)
Los diferentes ríos, cascadas, pueblos y bosques que miran al valle, sus puentes romanos y sus monasterios perdidos en las montañas, son paradas obligatorias que no te dejarán indiferente.
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Día 3
Siguiendo la carretera… por fin, ¡llegamos a la Vera!
En la provincia de Cáceres, en Extremadura, el valle de La Vera se abre en verde esplendor. Gargantas y pueblos de piedra, vagos gatos, ríos y bosques frondosos describen una región amable que sabe a ibérico, queso, cerezas y vino de pitarra.
¿Cuál es la entrada a La Vera?
¡Madrigal de la Vera!
Si comienzas por aquí, te será muy fácil seguir la ruta hasta el Jerte. Pueblo a pueblo, la carretera te va descubriendo sus secretos y paradas en las que perderte.
Los sábados son días de mercado ambulante en Madrigal de la Vera, una oportunidad perfecta para hacerte con la mejor gastronomía:
Tomates de la tierra, cerezas, quesos de todo tipo (desde la fundamental torta del casar, queso de cabra (¡también sin lactosa!), vino de pitarra, crema de cereza, lomo, patatera, jamón de bellota… ¡comienza a disfrutar las delicias de Extremadura!
Para comer, la plaza del pueblo tiene menús durante todos los días de la semana, donde las migas extremeñas y la carne (¡el lagarto ibérico te hará la boca agua!), serán tu perdición… ¡Ñam!
Toma nota: El último fin de semana de abril es la feria del queso de Trujillo.
Para la siesta, ponemos rumbo al puente romano de Madrigal de la Vera, una garganta de agua fresquita y sombra, donde dejarte arrullar por el sonido del agua.
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Parada Obligatoria: La Cascada del Diablo.
El agua del río fluye, los árboles lo cubren todo. Un camino de tierra va surcando la cintura de la montaña para, después, abrirse en esplendor sobre un horizonte que sobrevuela el verde valle boscoso y a tu izquierda, la cascada parte las piedras y se precipita sin miedo a la gravedad, refrescándolo todo en sus diferentes saltos.
PS. Puedes seguir el curso del agua hasta la garganta de las piscinas naturales de Villanueva de La Vera.
¡Sigue la carretera y llegarás a Villanueva de la Vera!
Su precioso pueblo de planta medieval y calles en encrucijada, te seducirá. Tomar algo en la concurrida placita del pueblo, donde la fuente deja brotar el agua.
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Un poquito más abajo siguiendo la carretera, atardece: Valverde de la Vera.
Los restos de su castillo del Siglo XIII, sus calles de piedra con hondonadas para dejar correr el agua, los giros en sus calles, los gatos vagos, el silencio y sus pintorescos vecinos, lo describen.
En rededor, el valle, el bosque, el sonido del agua.
¡Una parada más!
El puente romano de la Garganta de cuartos, en Losar de la Vera. Un precioso pueblo donde corre el agua y el vergel envuelve el ambiente.
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La siguiente etapa de la ruta, llega en el remanso de paz que describe Jarandilla de la Vega.
Su pueblo, su castillo, sus bares, el ambiente, el verde de la naturaleza,la fuerza del agua, las piedras blancas: La Garganta de Jaranda.
El agua fluye, los pájaros cantan, remanso de paz y buena vibra, ¡ojo con las garrapatas!
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Día 4
Amanecer entre el sonido de los pájaros y el rumor de río, es una auténtica maravilla. Un paseo mañanero en la garganta y el café sin prisa viendo el sol surcar el cielo.
¿Seguimos la ruta?
¡Bienvenidos a Cuacos de Yuste!
Hemos atravesado un camino por la montaña con vistas al valle, hasta el Monasterio enclavado en la naturaleza… Donde no dejan pasar perros, craso error, ¡peeero no pasa nada! Frente al monasterio, un camino de unos 5km nos llevan por la ladera de la montaña, entre flores moradas al precioso paisaje de ¡la cascada de la Garganta de la Olla!
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¡Qué lugar tan impresionante! Perfecto para disfrutar de las vistas en su merendero.
El pueblo Garganta de la Olla, es el lugar perfecto para parar a comer, comprar unas garrapiñadas, queso, chocolate artesano y cremas de licor de cereza.
¿Quieres un secreto para la siesta?
¡El Mirador de Garganta de la Olla! Sombra de castaños, un paseo por el valle y esas vistas…
Seguimos el camino de la montaña, encontrando cascadas escondidas de los senderos del Piornal hasta su pueblo.
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Las casas, decoradas con poesía. El pueblo silencioso. El agua recorriendo las calles. La fuente con agua fresca para quien quiera beber.
En el Piornal, hay una ruta de mujeres libres que colma el valle de picotas rojas y los edificios de Street Art conviven con la leyenda de Jarramplás, quien robaba ganado y a quién los vecinos lograron vencer lanzándole hortalizas.
Desde el mirador del pueblo, el valle muestra el camino.
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Y así, llegamos al paraíso: El embalse de Plasencia.
¡Qué hermoso lugar! Entre encinas, el agua en lontananza, los montes verdes, la luz del atardecer…
Día 5
Igual de hermoso es despertar en éste paraíso y bañarte en el embalse con las vacas que pasean libres, mientras los vaqueros las conducen por las colinas.
Perfecto para pasar el día entero.
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¿Qué te parece comer en Plasencia?
Su casco antiguo, la muralla, el acueducto y la catedral no te dejarán indiferente.
Refrescate en el parque de La Isla, en el río y disfruta del ambiente de la plaza de ayuntamiento.
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Día 6
Volvemos a Madrid con una ruta de por medio.
(Nota: Puedes hacer el día 5 y el 6 en un sólo día)
Una parada muy emocionante para mí fue conocer el pueblo de Almaraz, el pueblo de mi abuela.
Siempre me contaba historias de las cigüeñas, que coronan el pueblo, los prados llenos de caballos, vacas, ovejas… el observatorio de aves, el agua fresca del embalse entre los juntos y el silencio de las calles desiertas que huyen del calor.
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Siguiendo la carretera hacia Bohonal de Ibor, los carteles de: “Cuidado Linces”, hacen reducir la velocidad y afilar la vista entre los bosques y el ganado en busca del animal hermoso en elParque Natural de Monfragüe.
En el pueblo, ruinas romanas nos dan la bienvenida al cruzar el ingente océano que compone el embalse. El temblo de los mármoles sobre el río Tajo, tiene una historia interesantísima.
Éstas ruinas eran parte de la ciudad romanas de Augustóbriga, sumergida y desaparecida por el pantano de Valdecañas, hoy, son lo único que queda de una ciudad sumergida.
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Llega la hora de merendar y, ¿qué mejor que hacer un picnic en el pantano?
El lugar elegido, entre los bosques, es un camino de tierra que nos lleva sobre la hierba que mira al embalse de Valdepeñas, mientras los peces saltan felices con vistas a la Isla de Valdecañas.
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Toca volver a casa: Navalmoral de la mata, San Rafael… Madrid.
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