Qué hacer en Santander: Dónde comer, qué ver

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He decidido que Santander merecía un reportaje en sí misma y aquí lo tienes.

La mejor ruta para descubrir la ciudad y los mejores lugares para comer, tapear y cenar con clase y muchísimo sabor en la ciudad.

Por supuesto, todo dog friendly.

Comenzamos por el Centro:
Tras aparcar en la zona azul (dos horas), los sábados hasta las 14’00 y los domingos todo el día libre; en uno de los parkings de la ciudad o en una de las zonas gratuitas, como el estadio o la playa del Sardinero.
NOTA! En Santander se permite aparcar y entrar en el centro A TODO TIPO DE VEHÍCULO, ¿otra razón más para ir preparando mi mudanza?
Tras aparcar en la Playa del Sardinero, parking gratuito y con muchísimo espacio, paseo por sus playas, dejando el Faro  de Cabo Mayor a mi espalda, aspirando el olor a mar hasta llegar a Península.
Atravieso las galerías, sus miradores y el paseo marítimo que habla de otras épocas. De pliegue en pliegue desde los Peligros, la Magdalena, Bikinis, el Camello, la Concha… saludando a su pequeño tritón subido a la isla, los Faros velando por su Costa, más allá, Somo.
Desde Península, la bahía en sus dos vertientes, su Palacio coronando y la escuela de náutica en el centro de la ecuación. 
Barcos, veleros y más allá, en la espuma, surfistas.
Me decepciona ver animales marinos en pequeñas jaulas a escasos metros del mar, creo que estamos en otro siglo donde la esclavitud, incluso la animal, debe ser abolida. Si quieres ver leones marinos o pingüinos, viaja o conéctate a Internet, educar a nuestros hijos mostrando animales infelices dar vueltas en piscinas de escasos metros y llorar en la arena de su minúscula playa, sólo creará humanos inertes incapaces de la asertividad más evidente.
Quitando su deplorable zoo marino, Península es un precioso lugar para pasear, jugar con tu perro en las grandes praderas, perderte en sus bosques, mirar el mar y hacerte fotos con sus buques, mirando a los faros, sobre su preciosa balaustrada.
Puedes volver, a nuestro enclave para la comida: El Sardinero, paseando por sus playas o por el interior de la ciudad disfrutando de sus calles, comercios, Casino, Balneario y los Jardines del Piquío.
Si te compras un helado en Regma, ¡pide tarrina! y lame rápido, sus cantidades son enormes y deliciosas.

Santander es una ciudad para recorrer sin prisa.

La playa de los Molinucos, Cabo Menor y la Playa Mataleñas. Todo en dirección hacia el faro, no tiene pérdida, sólo tienes que caminar siguiendo la costa hacia arriba por la senda de Mataleñas.

Paradita para comer

Llegados al Sardinero, llegamos a nuestra visita obligatoria en Santander. ¿Dónde comemos? Sin duda: Querida Mar

En éste precioso restaurante, dog friendly, degustarás un menú que te va a dejar sin habla. 

Entre los 100 mejores restaurantes de España, la fusión de su comida de productos frescos frente al maravilloso Mar Cantábrico, con unas vistas y una ubicación únicas y representativas de la ciudad de Santander, preparan las papilas gustativas parra disfrutar de un menú variado y a buen precio, muy asequible: ¡menos de 25 euros!

Descubre su gastronomía fresca y local de impresión. Entre los cuatro platos que puedes elegir, nos decantamos por:

Arroz con papada, tartaki de bonito, bacalao asado, carrillera con salsa de trufa y de postre su mítica tarta de queso y el imprescindible helado de yogur con pera.

Para beber, el pinot noir de Rafael, sin duda.

 

¿Bajamos la comida?
Tras una sobre mesa distendida, en coche o taxi, llegamos en menos de cinco minutos al centro de la ciudad.
Desde el Paseo Marítimo con el Centro Botín y la grúa de piedra, la especial foto con los niños que disfrutan del Puerto y un pincho en el mítico Casa Lita, seguimos caminando por la plaza del ayuntamiento, justo detrás está el Mercado de la Esperanza (dentro hay muchos productos locales, pescado y marisco).
El centro de la ciudad es muy pequeñito y no te costará hacerte con él descubriendo la Plaza Porticada, la calle Arrabal y la calle del Medio, el Mercado del Este, sede del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, la Plaza Pombo,  la de Cañadío con la Iglesia de Santa Lucía, calle Hernán Cortés donde lo tienes todo: Gastronomía, moda, música y arte; la Plaza de Correos junto al Banco de España, en cuya fachada podrás leer: “Dinero”. La Catedral con la Plaza de las Atarazanas y de vuelta a las Terrazas del Ferry, Castelar y el Puerto Chico.

 

Mi sueño era una foto con ellos.

Hoy he descubierto #santander en esta ruta de #cantabriainfinita en la que alargar un verano de viajes impresionantes.

Me ha sorprendido el añil de su horizonte, el viento desatado, el verde en sus praderas, la gastronomía y sus sabores, el tamaño de sus pinchos, las imágenes de sus construcciones contra el mar, su sabor de otros lugares, el paseo tranquilo y su suavidad.

Me ha perturbado en cambio, encontrar animales marinos secuestrados en condiciones lamentables en un parque público de naturaleza impresionante como es la península.

¡Ya es hora de cenar!
Volvemos al Sardinero, al mismo edificio de Querida Mar porque en el piso de arriba nos espera: El Serbal. Qué mejor que mimar nuestro cuerpo tras semejante paseo que un estrella Michelín.
En el mismo edificio que Querida Mar, en la primera planta y frente al mar, el Restaurante El Serbal, abre sus puertas a humanos y perros, sí, un estrella Michelín Dog Friendly.
El ambiente tranquilo y sosegado nos acoge al subir la escalera. Caminamos hacia los ventanales y nos sentamos con vistas al mar, atardece, el cielo se pinta de rosas y los faros comienzan a saludar como un metrónomo en la distancia. Tic, tac, tic tac, con su haz de luz.
Haciendo uso de los productos locales desarrolla platos creativos a través de los sabores de siempre. Los colores cálidos en su decoración y las vistas al mar lo sitúan en una especial conjunción con la que disfrutar de cada bocado, con tu mejor amigo entre tus pies :)
Los platos van llegando acompasados, como en una danza, los camareros atentos, deslizan uno tras otro, llenando las copas y sirviendo pan y aceite, hay música ligera y las conversaciones de otras mesas llegan en susurros mientras la cerámica escogida baña las mesas.
Comenzamos con vino rosado y seguimos con una botella de vino de Perú, el Gran Tinto Tacama (malbec, petit verdot y tannat), con sabor ahumado.
Para comer: Carpaccio de foie con crema de lentejas al curry y sal de Jamaica; bocado cántabro en pan de focaccia; bonito crudo con tierra de aceite de jamón con perlas de tomate, pimiento y caldo; pollo y vieiras a la pepitoria con gel de coco y crujiente de arroz; cocido con crema de garbanzo y raviolis rellenos de pago; rape en mayonesa picante y tubérculos y como cierre estrella, la especial presa ibérica frita al carbón con crema de zanahoria.
Los postres no se quedan atrás: Bombón de chocolate con líquido de albahaca y menta, helado de queso con crema de nata, fresas y frutos secos con espuma de miel; el especial café texturizado con tierra de vinagre, con helado de soja y espuma de naranjas andinas y té negro ahumado, para terminar con crema de orujo y una selección de pastas de la casa.
Tómate tu tiempo y disfruta. El Serbal te espera, te acoge y te hace feliz.
¿Quieres salir? Así es la noche en Santander 
  • Un mítico para cualquier local es el BNS en el Sardinero.
  • Si quieres volver al centro: Ve a la Plaza de Cañadío, la calle Hernán Cortés, Daoiz y Velarde, Santa Lucía… Cualquiera de éstas calles está al alcance de tu mano. Todas son céntricas y están unidas. Son perfectas hasta las tres de la mañana, después encamínate a la calle Río de la Pila (donde aguantan hasta las cuatro).

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