Hoy hace un año que te fuiste.
Un año de la última vez que sostuve tu mano, vi tu mirada y me llamaste guapa.
Te fuiste rodeada de luz y dejando luz tras de ti.
Aún siento el peso de tu mano y tus consejos en mi oído.
Aún te huelo y me refugio en un hogar que fue tuyo y que he pintado de blanco.
Recogí todas tus plantas y las traje a tu refugio, al comienzo de tu nueva vida en Madrid, de los pasos que creaste para todos nosotros.
Esta casa es luz y siento que vivo en el centro de ti misma en esa posibilidad eterna que abriste para que yo misma iniciará mi camino rodeada de amor, seguridad y protegida.
Cada mañana me siento a leer mientras el sol se eleva y baña este hogar, entre tus plantas, sintiéndote conmigo y te hablo.
Te sigo oyendo dentro de mí.
Pensé que hoy iba a estar desolada, este año ha sido terrible y en cambio, aunque te echo de menos en cada aliento a lo largo del día, te siento conmigo.
Te gusta el patio andaluz que he hecho en la terraza?
Qué sola me siento a veces, me inundan las lágrimas y me tiemblan las piernas, me falta el aliento y entonces, te oigo dentro de mi cabeza y la paz me inunda.
Lo que daría por verte y abrazarte, por criticar una película, por hablar de la vida, de cocina y de moda, por tu aliento para hacerme ver lo mucho que valgo a través de tus ojos, por comer huevos fritos con patatas y helados a escondidas.
Lo que daría…
No sabemos lo que vale el tiempo que tenemos entre las manos hasta que, como la arena, va cayendo y desaparece y ya no queda nada.
“De dónde te salen tantas palabras?”, “cuando te sientas sola, escucha, soy yo que te quiero en la distancia”.
Te quiero tata, con locura, por y para siempre.
17 de septiembre.
Rocío.
#WOMANWORD