Descubre la ciudad de Seattle, Washington, en un fin de semana:
Sólo dos días para visitar y caminar por completo una ciudad preciosa, tranquila, cuidada y completa. Gastronomía, actividades, un crucero con avistamiento de delfines, restaurantes, museos y, por supuesto, ¡el space needle!
¿Comenzamos?
Todo desglosado: Ruta día a día, fotos y una narrativa que te hará sentir la ciudad antes de pisarla.
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Ruta, día a día:
Antes de dejarte ver todas las fotos de la ciudad, quiero narrarte y describrirte una ciudad llena de magia, de color azul, sol que acaricia y broncea y delfines salvajes que nadan en sus costas y se paran a saludar camino a Canadá, mientras el alto vulcanologías corona el horizonte con su cumbre moteada de nieve.
Esta es la imagen de Seattle, una ciudad desconocida y nombrada por series como Anatomía de Grey o películas como 50 shades, que seduce desde el primer vistazo en la ventanilla del avión.
Día 1 – Llegada
Aterricé a medio día en Seattle y tras un tren de media hora y 3 dólares, llegué a Broadway, el corazón del barrio gay de la ciudad, lugar que sería mi hogar.
En ésta ruta por Estados Unidos he alternado los viajes de producción pura y dura, con las visitas a mis amigos. Dos formas de vivir las diferentes ciudades y experiencias como una local, desde sus ojos, sus vivencias y sus perspectivas.
En Seattle, mi querido amigo Jorge, a quien conocí en la fashion week de Nueva York, donde los dos trabajábamos como fotógrafos y que ahora se ha convertido en un pastelero espectacular creador de deliciosos macarons y tartas de fantasía, fue mi anfitrión y mi hermano. Descubrir la ciudad a su lado abrió una perspectiva totalmente diferente de la misma.
Así fue nuestro primer día en la ciudad:
Después de encontrarle al lado de la misma cinta de maletas en el aeropuerto, me enseñó a coger el ticket del metro y el metro que debería tomar para volver al aeropuerto dos días después.
Atravesamos downtown con sus murales, dejamos al lado los estadios de la ciudad, pasamos por chinatown y su estación de papiroflexia y llegamos a Broadway, nuestra parada.
Calles tranquilas e iglesias que se visten con colores orgullosas, plurales y abiertas. Restaurantes con terrazas abiertas al cielo, pasos de cebra de colores, arte en cada esquina, escaparates atrevidos y supermercados enormes. Música, pasos de baile marcados en las aceras y silencio.
Seattle es una ciudad silenciosa que transmite calma y paz, hasta en los lugares más abarrotados.
Paseamos despacito pasando uno a uno, edificios increíbles, unos modernos, otros hogar, otros diseño, otros memoria histórica conviviendo como en el cuento de la casita, todos juntos, creando una belleza sin par.
Mi hogar, un edificio curvo, el único de la ciudad, coronando la cima de ésta ciudad de cuestas que tanto me recuerda a San Francisco, situada frente a un antiguo teatro y mirando al lago de la Unión.
Tras comer unos macarons de color rosa pastel, recoger el correo que Visit Seattle me había hecho llegar con el genial City Pass incluido con el cuál recorreré las mayores atracciones de la ciudad, cambiarme de ropa y ponernos al día de nuestros chismes, ponemos rumbo a través de Bellevue avenue hacía downtown viendo St Nicholas, las spheres, Smith Tower, la casa de Almendra y paramos en un restaurante maravilloso en el corazón del financial district para comer almejas del tamaño de mi puño, carne de un sabor espectacular, pan recién horneado, pescado de la bahía y vino de California. Esto sí es una bienvenida.
Después, paseamos por el centro de la ciudad y sus edificios icónicos hasta el Museum of Pop Culture, cuya entrada está incluida en el City Pass, desde la plaza de la música y atravesado por el mono rail, jugamos con el enfoque en las luces de colores que evoca su carcasa, dentro, increíbles estancias de creación de sonido, exposiciones como la de Prince, torres de guitarras y una sala dedicada a la moda y su concepto dentro de la música a través de grandes diseñadores y artistas.
Recorro el Seattle Centre al ritmo de un concierto al aire libre y los olores de comida recién hecha del mercado ambulante grabando la international fountain, los jardines, el memorial stadium, arboretum y compro mi entrada para el Space Needle. Ésta también está incluida en el city pass, pero es tantísima la gente que sube a ésta atracción que hay que reservar entrada. Mientras espero mi hora de subida, sigo paseando la zona y bajo hasta Komo Plaza y Belltown, hasta el Olympic Sculpture park para mirar a la bahía de Elliot y el estrecho de Puget en éste mar en calma de azules infinitos.
Cuando estoy caminando entre el Pier 66 y el 69 oliendo la sopa de cangrejo, da mi hora y pongo rumbo a escalar el Space needle, mientras Jorge compra galletas de chocolate a unas girls scout.
La cola es inmensa, igual que la seguridad. Ponga los pies en la marca, mire a cámara, pasé el detector de metales y pose para la foto. Esto último es para regalarte un montaje con tu imagen flotando frente al space needle.
Mientras ascendemos, la cartelería nos narra la historia del monumento construido durante la carrera espacial con forma de platillo volante. Ésa época en la que se creía en los OVNIS y hasta se les honraba con altos edificios que acaricias el cielo y nos permiten comer (y también hacer eventos de moda a puerta cerrada), con una vista de 360 grados.
Una vez en el ascensor, un amable guía nos cuenta lo que vemos frente a nosotros: montañas, islas y un atardecer naranja que nos deja sin palabras así con la misma intensidad con la que sube el invento taponando nuestros oídos y dejándonos algo mareados.
Cuando se abren las puertas, la ciudad acontece y saluda, te guiña un ojo y te deja sin sentido con esa belleza tan natural que tienes que mirar dos veces para creerte que es real y que esta frente a ti, cargada de posibilidades y esperanza.
Al bajar, paseamos por varios parques más y entramos en una licorería que me recuerda el badulaque de los Simpsons: neveras y neveras cargadas de cervezas y refrescos, máquinas para hacer batidos y granizado de colores, chocolatinas, carne disecada, chips, bonos de lotería…. todo lo que seas capaz de imaginar.
Un autobús después, volvemos a casa para cenar. Mi amigo Jorge me regala arepas Venezolanas mientras abraza su bandera y echa de menos su tierra.
Día 2- Toma aliento, ¡hoy es un día grandioso!
Me despierto muy temprano, cojo unos macarons de fresa y pongo rumbo a recorrer la ciudad que duerme mientras doy mis primeros pasos por Broadway hacia el Carl Anderson Park y su fuente de piernas vertiginosas.
Respiro la Public Library, saludo a Jimmy Hendricks, paro en el Seattle Colleage centre y mientras empiezan a abrir los cafés, bajo por el city hall hasta Occidental Sq, Pioneer square y sus totems y su entrada al mundo subterráneo de la ciudad en el Seattle underground, subo a Union Sq, sigo hacia Kobe terrace, China Town y sus jardines. Korea Town y vuelta hacia el Waterfront sin olvidar la biblioteca de Central Seattle, el sky view obervatory in columbia center y el Art Museum.
Bajo hasta los muelles y en el Pier 55, me embarco con Argosy Cruises (incluido en el city pass), para recorrer la bahía de Seattle comiendo palomitas de mantequilla recién hechas y con vistas al estrecho de Puget. Cuando nos alejamos de la orilla, cinco alegres delfines se pasan a saludar.
Al regresar, camino por el Waterfront y sus restaurantes de pescado y cangrejo hasta llegar al Waterfront Park y su Seattle Great Wheel (la noria). Miles de personas pasean tranquilas, mientras malabaristas anuncian todo tipo de negocios. La música se alza y de nuevo, una imagen que se repetirá en las diferentes ciudades que voy a recorrer y me parte el alma: Acuarios enormes de animales secuestrados se alzan sobre el mar. ¿Cuándo desaparecerán los zoos y los acuarios? Supongo que cuando el ego humano deje ser libres a los demás…
Pongo rumbo a la gum wall, ésa pared llena de miles de chicles como reivindicación por que éstos estaban prohibidos en la ciudad, bajo Pike street, entre hermosos graffitis y su mercado de productores locales, el único punto de la ciudad donde la algarabía sube el tono y en el 107 de la calle, me reúno con mi siguiente visita:
Chef guided food tour of Pike Market con Eat Seattle Tours and Classes
En éste tour, recorremos diferentes y emblemáticos lugares que nos muestras la gastronomía local y su desarrollo. Comprendo la historia de la ciudad, sus crisis, incendios, terremotos, reconstrucciones y su presencia social, de apoyo vecinal. Por ello, la producción local es tan importante para relanzar la economía de la zona. Valoran sus productos y su entorno y lo cuidan y descubrirlo a través de exquisitos y diferentes sabores es imprescindible. No te pierdas todo, paso a paso, en mi vídeo.
Al terminar, pongo rumbo a Kerry Park para, atravesando Queen Anne, llegar al Elliott Bay Park y bajar siguiendo el sendero que linda con el agua hasta Centenial Park y Myrtel Edwards Park con su P-I Globe, reminiscencia de los primeros canales de noticias. Aquí, me sorprende un festival de música electrónica, gente bailando, acampando, de picnic, en bicicleta, con sus perros, bañándose en la bahía. Me siento en un tronco y me mojo los pies, veo animales marinos en el horizonte, barcos, veleros y la presencia del volcán. Más allá, Vancuver susurra y me imagino nuevos paisajes y nuevas aventuras.
De nuevo aquí, subo por Olympic hasta Chihuly garden & glass (también incluido en el City Pass). Jardines de flores etéreas, mágicas, sublimes, suspendidas. Cristal de colores imitando una naturaleza impresionante, fortaleza desde la vulnerabilidad. Una exposición impresionante.
Un bus después, estaba con Jorge cenando cuando de improviso me dijo: “Tengo una sorpresa”. Nos encaminamos a la iglesia del barrio, donde cada noche, un grupo de 15 hombres se reúnen a cantar, mientras los vecinos les escuchan meditando, tumbados en el suelo con sacos de dormir, sentados en los bancos o en los suelos con sus perros… una Iglesia para todos, sin imposiciones, para su comunidad, con obras de arte de artistas locales en las paredes, cuál galería, sin motivos religiosos.
Durante media hora, cerramos los ojos y nos dejamos llevar por la música de sus voces.
Ésta fue mi última noche en la ciudad.
A la mañana siguiente volé a Las Vegas.
No te pierdas mi vídeo y reportaje completos sobre la ciudad que nunca duerme:
- Vegas City
- Grand Canyon, Antelope Canyon, Horse Bench (Nevada, Arizona y Utah)
Más info
Me encanta que en la ciudad de Seattle haya cientos de papeleras siempre provistas de bolsas biodegradables y orgánicas para recoger las deposiciones de los perros.
Es una ciudad 100% pet friendly.
¿Qué incluye el Seattle City Pass?
Entre las opciones que yo elegí:
Space Needle, Argosy Cruises Harbor Tour, Museum of Pop Culture (MoPOP) y Chihuly Garden and Glass.
¿Qué más puedo hacer en la ciudad?
– Golden gardens park
Reportaje Gráfico
Todo Seattle. Éstas son las imágenes que fui creando a lo largo de la ciudad.
Sin palabras, sólo mira:
- WOMANWORD in Seattle
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2 comentarios
Qué maravillosa descripción de una ciudad, no queda nada por decir sólo que, menuda paliza te diste en dos días!!!me encanta cómo escribes , realmente puedo decir que conozco la ciudad sin haber ido.
jaja no te lo imaginas! GRACIAS!