Estudiar Idiomas en el extranjero: San Francisco
La idea de viajar al extranjero a estudiar un idioma siempre me había parecido interesante, pero la verdad es que no había confiado en ninguna agencia dedicada a ello, debido a las malas experiencias que había escuchado a quienes se habían atrevido a dar el salto.
Hace unos meses me propusieron realizar un viaje diferente:
La posibilidad de conocer un nuevo destino con la seguridad de viajar con todo organizado desde casa y a la vez, descubrir la ciudad como un local.
¿Qué me hizo cambiar de idea y atreverme?
ESL es una agencia de idiomas en el extranjero que trabaja con las mejores escuelas y casas de acogida. Se diferencia de las demás en su presencia en más de 250 destinos y el trato personalizado.
Con ellos organicé los vuelos, las fechas, los transfer desde el aeropuerto a mi futuro nuevo hogar y viceversa, el tipo de curso, las horas, la escuela y la casa que sería mi hogar durante mi estancia.
Entre todos sus destinos, elegí sin duda, la increíble ciudad de San Francisco, en Estados Unidos, para reforzar mi nivel de inglés.
Sus clases se adaptan a todas las necesidades, desde el básico hasta el profesional y títulos específicos.
En mi caso, elegí estudiar de lunes a viernes de 9 a 13 horas para reforzar mi nivel y limpiar la gramática y además, tener tiempo de descubrir la ciudad al completo: Muy pronto podréis ver las mejores rutas en la ciudad, restaurantes, actividades, excursiones y experiencias para vivir San Francisco por completo. Ya tienes todo online en el destacado San Francisco en mi perfil de Instagram. Haz click aquí para verlo.
Los días previos al viaje que duraría dos semanas en San Franciso, preparé las maletas y sentí unos nervios extraños, iba a vivir en la ciudad de mis sueños con una familia que ni siquiera conocía, iba a volver a estudiar y todo mi entorno iba a cambiar creando una nueva rutina.
Con ESL, se viaja de domingo a domingo, así, el domingo 2 de junio, volé desde Madrid hasta Londres, con una escala de cuatro horas en la que aproveché para comer unos huevos benedict y desde allí viajé hasta San Francisco, llegando a mi nuevo hogar a las 16’30 de la tarde.
Mi día a día
Me sorprendió el tiempo frío, de ese extraño verano de San Francisco. Mi transfer me esperaba fuera del aeropuerto en un coche normal, se presentó y contándome anécdotas de la ciudad y lugares para visitar, me condujo hasta mi nuevo barrio a las afueras de Mission, hasta mi nueva casita victoriana de madera y tonos azulados, de porche lleno de plantas, escaleras y colinas.
El barrio tranquilo y seguro me daban la bienvenida, mientras se habría la puerta y un perro alto como un caballo me daba la bienvenida, era el precioso Hunter. Tras él, Patricia, mi madre americana me abrazaba y me daba la bienvenida a su precioso hogar.
Me ayudó a subir mi maleta a la planta superior, donde una habitación enorme con vistas preciosas me esperaba. Me di una ducha y al bajar, la cena recién cocinada me esperaba. Una bienvenida en toda regla: Roast beef, verduras, maíz, puré de patata y de postre, un pie de melocotón. Para beber, partida de risa, conocí la limonada de Paul Newman, que Patricia mezcla con té de jazmín. Todo bien fresquito con los hielos que salen de la puerta de la nevera, ¡cómo en las películas!
Fue muy sencillo adaptarme a éste hogar, a éstas personas, a ésta ciudad, sobre todo cuando desde que llegué el clima cambió para darme mis 30 grados españoles, mientras la ciudad entera quedaba absolutamente desconcertada de las temperaturas. Ya lo decía Mark Twain: “No hay peor invierno que el verano en San Francisco”. Con lo que no contaba Twain es que suelo viajar con el sol en la mochila y no es hasta el día en que me marcho que el cielo no se nubla y comienza a llover. El día de mi partida, la niebla tomó la ciudad y ocultó el Golden Gate.
En mi casa, Patricia, su amiga Nanette que vivía en las habitaciones del sótano con mi hermano americano, Killian, otro estudiante de la escuela venido desde Suiza y en la planta superior, la preciosa Nella, enfermera pediátrica y yo. Nos convertimos en familia y cada noche, al atardecer, cenábamos juntos.
La casa, preciosa, acogía desde sus salones hasta el backyard con una virgen española llena de colores protegiendo la casa de las ardillas y mapaches que venían a vernos de día y de noche.
Esa noche dormí tranquila y sin jet lag.
A la mañana siguiente, el desayuno me esperaba en la mesa: Fruta recién cortada, cereales, leche de vainilla, café recién hecho, bagels con mermelada y mantequilla, brownies recién horneados, la sonrisa de Patricia y la música de Killian.
Ésta era nuestra rutina mañanera. Después, mi hermano y yo cogíamos el bus 14 hasta la cuarta, para llegar a St Giles, la escuela que, con clases de pocas personas, flexible y funcional, hace que todo funcione organizando todos los detalles con ESL y pendientes de que cada estudiante se sienta seguro, cómodo y a gusto. Ellos eligieron a Patricia para mí.
En la cafetería, una catalana y un peruano me saludaban en español. Con un ambiente familiar, Jacob, Kittie y Marine nos explicaban todos los detalles de la vida en la escuela y en la ciudad.
Primero, un café grande de bienvenida, la prueba de nivel y una entrevista personal. Un tour por la escuela y un briefing de bienvenida con direcciones importantes.
Al día siguiente, nos indicaban el nivel asignado, nos daban los libros de Oxford, American English File y entrábamos en clase.
En la mía, mis 3 compañeros: una coreana, un japonés y un turco me recibían con una sonrisa y palabras bonitas: “Has traído la luz a esta clase”. Mi profesora, la luchadora y feminista Britt, nos enseñaba inglés de forma interactiva, reforzando el diálogo y haciendo las clases entretenidas y reales.
Estudiar Idiomas en el extranjero: San Francisco! cada día entre amigos es, sin duda, la clave para aprender.
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Recuerda: Estudiar Idiomas en el extranjero: San Francisco es sin duda con ESL en St Giles!
2 comentarios
un post espectacular, que gustazo leer así, gracias administrador.
Gracias!