Lo siento: Viajar no te hace mejor persona

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Lo siento: “Viajar no te hace mejor persona”, esta es una máxima interesante que reflejo en todas mis ponencias.

Existe una creencia absurda en la que se ensalzan los viajes como experiencia religiosa por la cuál, simplemente por coger una maleta y volar a un destino violado y súper saturado como Tailandia, nos volvemos mágicamente el Dalai Lama.

Sí, querido lector, este es un texto hater. Hater contra todos aquellos y aquellas que aseguran que por ponerse un pantalón con print de animales serigrafiados, ir a un “santuario de elefantes” a llenarse las piernas de barro y acosar a un animal explotado, se convierten en Jane Goodall.

Esto es mentira. Estas personas, entre ellos muchos “blogger de viajes”, es decir, gente que va de profesional de los viajes, pero que tiene otros trabajos y que a su vez, practican el intrusismo laboral trabajando como esclavos (es decir, gratis) a cambio de “viajar gratis”, que de gratis no tiene nada, dado que inventan artículos, hacen fotos y publican en sus redes sociales. Esto es un trabajo, trabajo que NO respetan, ¡¡¡pero oye!!! son viajeros, eso les hace buena gente, ¿no?. NO.

Mañana voy a ir yo a dar clases a un colegio “gratis”, por que me encanta, me hace “mejor persona”… cuando dejen de contratar a “profesores”, tal vez, entendamos que dar valor a las profesiones AJENAS, es respetarnos entre nosotros y conseguir un mejor estilo de vida, para todos.

Pero dejarme seguir hablando de éstas personas que durante meses, stories y fotos en galería, presumen de su nueva condición celestial, casi hermanados con JesuCristo, tras unas vacaciones de 15 días al año.

Disfrutan los paisajes a través de las pantallas de sus teléfonos, stories para arriba, hashtag #aquisufriendo para abajo y manteniendo conversaciones constantes por WhatsApp con personas que no están en el nuevo país que visitan y lo más que hacen por integrarse en esa cultura “tan curiosa” es salir de fiesta y beber una cerveza, eso sí, del país, ¡qué hay que integrarse!

Por supuesto, no me refiero a todos los turistas ni a todos los bloggers, sólo a los que cumplen éstas premisas, que os conozco y luego os ponéis indignadill@s…

Casi se me olvida mencionar aquell@s que creen que para ser viajeros de verdad tienen que ir ataviados a la ‘Dora la Exploradora’, con toda la equipación de Decathlon y colores agresivos tipo Pollock en un mal día. No, querid@s, para ser viajeros no hace falta tener tan mal gusto sino personalidad propia. Y no me hagáis hablar de la mochila para parecer “súper aventureros”, ¡cariño, si vas a Cuenca! Y las maletas de hoy en día tienen rudas de todo terreno, ¡cuida tu espalda, deja el postureo cutre!

Dejarme que os haga un apunte: No sois viajeros. No, lo siento, cuando volváis a casa, con ese nuevo tatuaje de bambú y esa mochila de imitación que habéis regateado hasta la extenuación, no seréis mejores personas, no habréis encontrado la luz ni se habrá producido ningún cambio en vuestro interior. Seguiréis siendo la misma persona egoísta, ególatra, superficial y vacía que erais en casa.

Para viajar y ser viaje, los kilómetros se pintan por delante y la mirada lo hace en presente. Se camina siendo parte, sufriendo, adaptándote como un camaleón, aceptando, conviviendo, escuchando y abriendo alma, corazón y mente.

Esto se hace en casa, se practica a diario y después y sólo entonces, podrás viajar y ser viaje.

El ser mejor persona y comprender de la vida, no se hace con una maleta, sino con el cuidado constante de quienes somos cada día y sólo, si ese ejercicio se lleva a la práctica y dejamos de huir viviendo como los tres monitos, tapándonos ojos, boca y oídos, podremos salir fuera y ser uno.

#WOMANWORD

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4 comentarios

  1. Buen trabajo periodístico, dinámico y de un impecable lenguaje! Felicidades.
    Me ha encantado tus palabras sobre el intrusismo en tu profesión y en muchas otras.
    Felicidades!

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