He conocido a un chico que me encanta y como soy una intensa, le he dedicado una narrativa de enamorada sin ser yo nada de eso. Me nacieron estas letras pensando en ti. No viniste para quedarte, sino para estar un ratito mientras tus palabras jugaban a dos bandas entre su corazón y el mío.
Yo soy más contestona, fui la primera en descubrir tus mentiras y marcharme, mientras tanto, el recuerdo que me queda en el retrovisor me hace pensar en alguien que aparecerá y será de verdad las líneas que dibujaste, con otro nombre y otro rostro diferentes al tuyo y cercanos a mi. Me despido como me presenté: Con el amor enorme y las alas desplegadas.
Éste texto es para ti, a pesar de tanto, encontré algo que mereció la pena: Mi fortaleza hecha ternura. Para ti.
Eres amable y eres bueno
De tosca apariencia, salvaje en el cuerpo y pintado de tatuajes que asustan. Pintas prejuicios y esperas respuesta, siempre preparado para una batalla que libras con calma.
Nunca tuve miedo de ti. Me acerqué despacio, viendo entre las sombras que intentas proyectar y vi una mirada suave, de contornos felinos y piedra de tigre al sol. Me quedé entre tus pupilas mirando descarada y te vi, sin filtros ni corazas, sentado delante de mí, hecho pedazos y luchando por sonreír. Siempre buscas hacer feliz a quien tienes en frente con esa bondad de amor profundo y de eternidad de mundo vivido que regalas sin filtro, sin esperar, simplemente siendo presente.
Te muestras vulnerable sin temor, siendo la más valiente de las personas. Sabes decir palabras hermosas y estupideces supinas que te convierten en el alma más hermosa que he conocido jamás.
Cerré la boca y apreté los labios. No quería decir nada, ¿acaso es posible que la pureza se siente a cenar pizza delante de mí? Después de tantas piedras, de tanta sangre en el pelo por tantas batallas perdidas con el amor grande y el corazón pequeño y aquellas ganadas en amor propio y desapego… ¿era acaso posible hallar la paz en ti?
Esa noche volví a casa besándote con la mirada. Me abroché el abrigo y me bajé del coche. No pensaba volver a verte.
Sin astucia ni artimañas seguiste presente. De conversación versátil, personal humor e inteligencia sagaz, me ganaste por la mente entrando despacito entre mis pensamientos y acariciando mi corazón con una dulzura que no había conocido jamás.
Me apetecía hablar contigo y ahí estabas, siempre presente, siempre tranquilo, siempre receptivo y recíproco, escuchando, siendo parte y aceptando en asertividad inexpugnable y amor del bueno. “Cuerpo de ígneos caminos…”, cada día más hermoso cuanto más me dejabas ver de ti, aprendí a mirarte viéndote por dentro. “Tú me ves”, “yo te pienso”.
Llegaste para quedarte, sin etiquetas, pero cerquita, llevándome a tomar el sol y a caminar bajo la luna. De tu mano olvido lo que es el miedo y contemplo como van cayendo, uno a uno mis temores. Paseamos por veredas donde parar a ver las estrellas, donde dibujaste tu pasado y me mostraste tu presente: “Esto es lo que he sido y esto lo que soy” y no había más, ni sombra, ni resquicios, ni siquiera cuando mi fuego ardía intentando quemar puentes que me aterraban, ¿qué pasa si me quito toda la ropa que llevo? ¿qué pasaría? Y te pregunté con palabras escondidas y enfados soterrados. “Me quedo”, dijiste. Y era verdad.
Y aquí ando, quitando el polvo de unas alas cansadas, que brillan por mí misma y que desde el suelo encuentran la sonrisa alegre que me espera. “Estamos aquí para aprender y para cuidarnos”.
Me llevas a ser quién soy, más cerquita de mí y con aplomo. A mejorar en crecimiento y tolerancia, sin culpa, en libertad y al cien por cien, sintiéndome amada por cada palabra y cada gesto que es mío, sin aparentar, simplemente siendo, por lo que he sido y por lo que seré. Ése es el regalo que me brindas: Presente.
Eres amable y eres bueno y en tu corazón laten las batallas de mil guerreros, los que murieron, los que quedaron magullados y los que lideraron las siguientes. Eres sangre y fuego y eres calor y abrigo. Viento en mis alas y escucha perfecto. Para mí, tumbada siempre en el lugar exacto donde sentirme en casa entre unos brazos que sin asfixiar, me albergan, tu pecho es el lugar más seguro del mundo.
“A mí, dime todo lo que quieras, tus palabras son bienvenidas. Fluye, sin exigencias ni reproches, natural, seamos nosotros mismos, con muchas risas y cultura. A diferencia de Drácula, no quiero que dejes fuera la felicidad que traes contigo. Me gustas”. Y yo, te prequiero, aunque el timming no estuviese previsto y, por si acaso y si esto fuese un sueño… ya sabes cómo termina la frase…
Quedémonos mientras nuestras sonrisas emerjan sobre todas las cosas y que el tiempo establezca la etiqueta, de momento, un vino sobre un jersey blanco y mil noches sin dormir. Quiero que sepas que me voy a equivocar, que me asaltarán proyecciones de un pasado que me hirió, que tendré miedo y que lucharé contra todo eso siendo quien quiero ser, cada día y de la forma en la que decidamos ser, estaré para ti, sin medida. “He venido para quedarme”, me dije a mí misma.
Gracias por ser luz.
“Déjate llevar”, susurró el tatuaje…
Alguien me dijo una vez, que todo se cura con humor y amor y llevaba razón. Con eso me quedo.
2 comentarios
Mujer enamorada?
Escritora, simplemente pura narrativa :)