Málaga: Deporte, Gastronomía, Naturaleza, Playa y Cultura.
He viajado una semana a la preciosa ciudad del Sur en la que la luz acaricia casi los 365 días del año. Qué hacer en la ciudad, qué visitar, dónde comer y cuáles son sus mejores secretos serán desvelados en mis próximos reportajes en la web y en mi vídeo de youtube. Málaga en cuatro días ya está aquí.
Ya puedes descubrir cómo fue mi viaje en uno de mis IGTV videos y en la burbuja de Málaga en mi biografía de Instagram @Woman_Word #WOMANWORDinMalaga Descúbrela deslizando hacia la izquierda o pinchando aquí.
¿Comenzamos?
Primero: El vídeo completo
Ahora, un poquito de lectura y los reportajes gráficos de la ciudad.
Sigue leyendo los próximos días para conocer los mejores restaurantes, mi ruta por el caminito del Rey, el Museo Picasso y el juego tangible en su exposición temporal y por supuesto, un poquito de SUP (Stand Up Paddle) con La Mar de Bien Company.
Málaga es una ciudad de gente maja que acoge, que integra y que sonríe contigo. Con ella comencé y terminé mi periplo: #60días6países para mostrar que #ViajarNoTieneGénero a través de diferentes culturas.
Para comenzar mi aventura, puse rumbo desde Madrid a la luminosa ciudad de Málaga volando con Air Nostrum. La compañía, siempre en hora, cómoda, agradable y familiar, supuso el primer avión de muchos que cogería desde ése momento y el último, el que me llevaría, por fin, a casa. Los dos vuelos más importantes de ésta aventura y tras mi grave accidente en Koh Tao, uno de los más importantes de mi vida. Lo tienes todo en la burbuja: Fin de Viaje en mi bio en ig.
En ambos momentos, decidí alojarme en los cómodos y funcionales hoteles de Accor Hotels: El Ibis Málaga Centro, frente al río y al centro de la ciudad y el Ibis Budget, también perfectamente ubicados teniendo a mano la ciudad, la estación de tren y la playa: Malagueta y Muelle Uno. Gracias a Ibis he podido descubrir la ciudad y realizar todas mis coberturas paseando. Es, sin lugar a dudas, la opción perfecta para trabajar en la ciudad, con desayunos abundantes, lectura y un diseño cuidado. Además de localización, precio y comodidad, para mí es un must elegir los hoteles por su implicación social y medioambiental y ambos luchan con ahínco fomentando la inserción laboral, la formación, el medio ambiente con su programa Planet 21 acting here y la igualdad con Entre Mujeres. No te pierdas la fundación Solidarity de AccorHotels y súmate al cambio.
Además de mi ruta gastronómica por los mejores restaurantes de la ciudad. No te pierdas el reportaje gastro en WOMANWORD con toda la info sobre mi cena con Sergio Garrido, mi cena en el precioso italiano Mura Mura, la elegancia de los sabores en Óleo, el cariño en los platos de Paralelo, el arte combinando espectáculo y cocina en Vino Mío, la magia y el juego de la cocina de Alexso o el savoir faire de La Luz de Candela, para continuar con un desayuno de altura en La Recova, el helado de Casa Mira o Desiderio, el Brunch de Noviembre, el pescaito frito de la Peregrina, el vino en el Pimpi o las vistas en Buganbilla.
Todos ellos, reclaman el sabor natural de sus productos locales.
Comenzamos la ruta: Málaga en cuatro días
Día 1
Descubro por primera vez la ciudad de Málaga. Amable, sensata, divertida y acogedora, me tiende la mano y me lleva de paseo por su centro histórico de callecitas limpias y pavimentadas, de edificios aristocráticos y pasado legendario. De teatro romano y castillos árabes, de mar azul y farola orgullosa, bajita y bien plantá. De museos en abundancia y de cultura a raudales, de sabor flamenco, a tierra y a sal. Ciudad de convivencia, de calma y de cercanía, de belleza cuidada y reforma constante. Del machista del genio de Picasso, sentado en la plaza que le vio nacer a la reivindicación del Café de Chinitas del maravilloso Lorca.
En la calle Larios, la avenida de tiendas, regalo a la ciudad de un rico comerciante a la estatua que lleva su imagen, reclama justicia con la truculenta historia de cómo el bienhechor, cuya estatua corona su final, olvidaba pagar a sus trabajadores para mantener su riqueza intacta. Éstos, gracias a la revolución obrera, lanzaron el cuerpo de su estatua al mar, alzando en monumento al trabajador, mientras, por otro lado, el susodicho moría pagando lo que debía.
Desde la Plaza de la constitución a comprarme un vestido de gitana cargado de flores en tonos frambuesa frente a la Iglesia de Santiago, hasta llegar a la manquita, la catedral de Málaga, preciosa, imponente y acogedora, sus plazas y jardines, dan la bienvenida a las palomas y a los transeúntes, abrigando con su fachada a quienes a ella se acercan, grandiosa y bella, narra su pasado a través de los años, mientras una guitarra española le canta bajito a sus pies.
Picoteo boquerones fritos en La peregrina y pruebo dos tipos de helado en Desiderio y la antigua farmacia, ahora heladería: Casa Mira.
Bebo un vino tinto de la casa mirando el patio de geranios de El Pimpi y llego a comer en La luz de Candela. Málaga está hecha para comer y comer, degustando sabores de manera continua.
Sigo paseando y descubro una tras otra: Iglesias, cofradías de altas puertas para dejar salir sus tronos, museos y restaurantes que compiten por el espacio en una ciudad laberinto que, con sus estrechas y altas calles, busca la sombra y la brisa, mientras algunos fieles practican el canto de sus oraciones con sabor a flamenco y quejío jondo.
Perdida, paseando, encontrando la calma, secretos escondidos y a mí misma, me fijo en el imponente street art que se abre paso coronando la ciudad. Cuentan sus ciudadanos que, una noche, la ciudad aparecía desnuda, a la magna siguiente, sus edificios aparecieron decorados con pequeños muñecos de azulejos coloridos. Todo, en una noche.
Desde las garrapiñadas al vino tinto, del pescaito frito y el gazpacho mirando al mar en La Malagueta al paseo por Muelle Uno y el colorido Pompidou. Málaga es la ciudad cultural más imponente del país, con más museos por metro cuadrado que ninguna, desde el Thyssen al Museo Picasso, donde tengo la suerte de pasear acompañada por su jefa de prensa, conociendo todos los rincones y secretos del mismo. Contemplando con calma y audioguía las obras de Pablo y su increíble capacidad creativa y de innovación, hasta jugar, de forma tangible y gráfica en la exposición temporal. En ella, pude descubrir las obras de Warhol y ser parte de ese branding se transforma en arte y de la capacidad de convertir en experiencia la performance como forma de expresión y dinámica.
Todo esto sin olvidar, el magnífico edificio donde está emplazado el museo y sus ruinas romanas, más abajo, allá en el sótano, perfectamente diseñadas para poder ser visitadas por todos.
Tras saludar a la higuera centenaria del museo, sigo andando y llego al anfiteatro romano, el pasado presente y su imponente arquitectura, me dan paso, tras comprar el ticket en una máquina, a visitar el Castillo de Gibraltaro y su ascensión eterna y la Alcazaba y sus pruebas de cómo ésta cultura nos llevó a la evolución: defensa, regadío y el agua como conducto de convivencia y filosofía vital.
Bajo las cuestas y escaleras despacito, descendiendo por el amplio jardín que cobija la montaña y llego a la Malagueta, su arena gris y su agua fresquita. Mediterráneo que cura las heridas y llena de esperanza.
Ceno con mi amigo el Chef Garrido y paseo con él por la ciudad nocturna descubriendo azoteas mágicas que miran la noche iluminada de un Sur que embruja y cautiva conociendo su lucha constante por reivindicar los productos de su tierra y por crear igualdad en las oportunidades de quienes hoy representan el futuro.
Humanidad constante, eso me muestra Málaga.
- #WOMANWORDinMálaga Museo Picasso
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- Mi llegada con Air Nostrum. #WOMANWORDinMálaga Comienzo de la aventura #Viajarnotienegenero #60dias6paises
- Regreso de Málaga a Madrid con Air Nostrum. #WOMANWORDinMálaga Fin de la aventura #Viajarnotienegenero #60dias6paises
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Día 2
Tras un desayuno contundente en el Ibis Málaga Centro, salgo en dirección a la estación de tren. Paseando por el cauce del río Río Guadalmedina de Guadalhorce, ahora seco por la medida de corte del mismo durante los meses de verano, me dirijo a María Zambrano, la estación de tren, rumbo al Caminito del Rey. Tras un tren y un bus, con el casco sobre la cabeza, elijo la opción de pasear por sus puentes suspendidos con una guía que me narra la historia del lugar. Tres cañones se abren paso, uno tras otro, complicados, verticales, imponentes. La piedra y su naturaleza cambian el paisaje y la foto que acontece deja sin aliento.
Del valle al naranja de la entraña terrestre. Los puentes se suceden y el vértigo aparece. Paseo agradable, el final del mismo nos pone a prueba. Después, un último esfuerzo y la bajada por la montaña llegando, de nuevo, al origen: La estación de tren, para llegar a Málaga a la hora de merendar.
Yo decido darme un homenaje en Alexso jugando en las entrañas de su cocina.
Para cenar, pongo rumbo al Museo de Arte Contemporáneo donde, en puerta contigua, Óleo prepara la mejor carta fusión entre la cocina mediterránea y la japonesa. Para beber, tinto de Ronda.
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Día 3
Una vez en el Ibis Budget, tras dos meses recorriendo el mundo, Málaga vuelve a recibirme. Si bien antes me deseaba suerte para comenzar mi aventura, ahora me daba la bienvenida a casa y me abrazaba para calmar mis pasos y curar mis heridas en un periplo épico, largo y duro.
De nuevo, decido pasear la ciudad con calma, empapándome de su esencia, hablando con sus ciudadanos y comprendiendo su historia de convivencia de culturas, tradiciones y evolución viendo como montan la vuelta ciclista que éste verano atravesará la ciudad y el puerto del Caminito del Rey.
Tras un desayuno contundente en La Recova por 2’50 euros, hago una free tour con Paseando por Europa, aprendiendo con Dani sobre los detalles de la historia de la ciudad y sus curiosidades. Descubro el hermoso mercado de abastos de la Atazara, que a los malagueños se les llama boquerones, la importancia del atún y los romanos en sus costas y todas y cada una de las formas que tienen los ciudadanos de pedir el café.
Hago una pausa y visito a mis queridos amigos y su concepto de cocina en Paralelo. Me enamoro, una vez más, del personal y del cariño de su cocina y decoro todos y cada uno de sus platos con un vino siciliano.
Paseo, me siento a charlar con Antonio a la sombra de la catedral y me cuenta la historia del medievo de la zona.
Termino el día y decido que mi cena será con mis amigos italianos en Mura Mura, aprendiendo más sobre el sur de Italia y las recetas de la abuela.
En ésta ciudad, disfruto conociendo sus platos y sus productos, riéndome a carcajadas conviviendo en cercanía e igualdad y participando de la historia de sus restaurantes y el carisma de sus cocineros.
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Día 4
Duermo hasta tarde y hago el brunch en Noviembre.
Paso el día con el precioso equipo de Chicho, Juanma, Azahara y la pequeña Natura, quienes me acogen en La Mar de Bien Company y nos vamos a remar al atardecer haciendo SUP, ataviados con sus camisetas y una sonrisa de oreja a oreja viendo la luna llena iluminar el agua. Esto sin duda, es calma, felicidad y conciencia.
Para cenar, pongo el broche final en Vino Mío, disfrutando de una cocina mediterránea aderezada con un espectáculo flamenco en directo en un ambiente budoir incomparable.
Descubro una Málaga de personas cercanas que trabajan sus sueños hasta hacerlos realidad y me siento agradecida y bendecida al poder haber sido parte de sus días, de su cariño y de su hospitalidad.
Málaga es preciosa por las personas que la visten.
De nuevo, sólo puedo estar agradecida.
No te pierdas el reportaje con la ruta gastro al completo.
- #WOMANWORDinMalaga con La Mar de Bien Company haciendo SUP bajo la luna llena
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