Turismo en Palma de Mallorca: El Castillo de Bellver

Una escapada de fin de semana en Mallorca, puede convertirse en un mes completo. La isla atrapa con sus miles de posibilidades de turismo. Empezar por Palma de Mallorca es una de las mejores opciones. Tras comer, pasear por la ciudad, bañarnos en sus playas, visitar sus museos, descubrir sus construcciones y aspirar sus aromas, llega el momento de subir la montaña en dirección al Castillo de Bellver.

Gira despacio las curvas en ascensión hacia el verde de la cima. Allá, dejando atrás la ciudad y debajo el mar mediterráneo plagado de barquitos barcos, allá, en lo más alto, calmada y presa, la fortaleza aparece y se extiende color tierra, entre los montes de pino, mirando atenta al mar, a la espera, apostada. Aunque las leyendas parezcan cobrar vida en ésta fortificación presente, hoy en día, ya no defiende a la ciudad del ataque pirata. Ahora, ha cambiado las armas por la cultura y acoge, entre sus fuertes muros, el Museo de Historia de la Ciudad de Palma.

Construido a principios del Siglo XIV, en estilo gótico mallorquín por el Rey Jaime Segundo, el castillo se eleva sobre el mejor emplazamiento de la ciudad. Su estructura combina elementos defensivos con otros palaciegos, como estancias y formas más dulces, ya que además de fortaleza, servía de residencia, por ello, muestra, orgulloso y diferente, su construcción de planta circular.

El Castillo de Bellver, se eleva con cuatro torres que miran al cielo despejado de la isla. Una vez en su cima, comprendemos, sin lugar a dudas, el significado de su nombre: Bell Veer, que significa: “Bella Vista”.

Tras la subida a su cumbre y el primer paseo en circular por el castillo, altos y poderosos, volvemos a nuestra humanidad propia cuando el viento saluda y despeina sin piedad. Mallorca, con su costa plateada, aparece en rededor.

Es el momento: Cierra los ojos, mientras colocas tus manos sobre la piedra, y ahora, aspira el aroma.

Bienvenido a Palma.