México: Street Art, Playa del Carmen y Valladolid

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De ruta por algunos de los pueblos de Riviera Maya, en Quintana Roo, uno puede descubrir el sabor de paso del tiempo y la transformación de la cultura y su legad a través de sus monumentos, calles y pinturas, arquitectura y street art que conforman la realidad del pueblo, con el paso de los años.

Valladolid

Éste es un claro ejemplo de sabor del colonialismo en latinoamérica. Recordándome a cada paso a mi visita a Ponce, en Puerto Rico. El sabor del caribe colonial vive entre sus paredes de colores vivos y sus juntas vistas que muestran la piedra caliza original de los yacimientos mayas expoliados y saqueados para construir las casas de los europeos y sus iglesias bajo el estilo de la época:

Con amplias puertas que daban paso a un patio interior flanqueado como una fortaleza por los muros de las construcciones frente a los asaltos piratas, la guerra, las revueltas y el calor.

Así se concibe su Iglesia franciscana, San Gervasio, cuyos los merlotes dan forma una corona en símbolo a Castilla. Junto a ella, el convento de San Bernardino y el palacio municipal que se vislumbran a través del parque de la plaza principal, rodeado con altas y amenazantes rejas de hierro que recordaban el sistema de castas. Dentro del parque sólo podían entrar los blancos europeos y las clases acomodadas.

Valladolid, antes conocida como Saki o halcón blanco, fue una ciudad prehispánica maya destruida para ser fundada en oda a la ciudad española en 1543 por Francisco de Montejo y su familia. En ella, la vanguardia y la historia crecieron de la mano dando cuna a importantes revoluciones por la equidad social, entre ellas, la Guerra de castas, en la que los nativos lucharon contra los europeos acabando con el ochenta por ciento de la población blanca y aquí también, tuvo lugar el inicio de la revolución mexicana, ¡y que viva Zapata!

Valladolid es sin duda un pueblo mágico que grita por la libertad en cada una de sus piedras combinando cenotes, historia y leyendas. Una parada obligatoria.

Playa del Carmen

Es la ciudad más grande y cosmopolita de la Ribera Maya. Entre sus murales de colores, sus calles atestadas de olores a comida, transeúntes y música, diferentes comercios llaman la atención de visitante entre plata, gastronomía, columpios que invitan a beber, discotecas, karaokes, restaurantes tradicionales, donde poder pedir la comida corrida del día, terrazas y actividades acuáticas.

Atravesando la quinta avenida y sus cuatro kilómetros peatonales, a lo largo y ancho de sus puntos cardinales tomando como referencia la playa, uno puede jugar a perderse por sus calles sintiéndose completamente seguro.

Abajo, en el mar, más allá de las iglesias coloniales y el amplio desglose de artistas callejeros y sus obras de street art para engalanar sus calles con cariño y cultura, los locales salen del trabajo y pasan sus tardes en familia y con amigos haciendo el picnic en la arena con el radiocassette a todo trapo o abrazados de dos en dos viendo como el rosa del atardecer despide el día.

Los Cabos, también declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, desde San José del Cabo a Cabo San Lucas son un bello paisaje por el que dejarse atrapar en este México que enamora sin medida.

 

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