Ámsterdam: Jordaan y NDSM

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Mi tercer día en la ciudad, va a ser muy emocionante. Hoy toca recorrer la ciudad con Ana, guía de Tom’s Travel Tours, una compañía de tours privados por una cara diferente de la ciudad que organiza los paseos y las explicaciones según lo que el visitante quiera conocer de la ciudad, de forma personalizada.

Hoy, para mí, Ana va a llevarme por los mercados y mercadillos callejeros, rodeada de verdaderos holandeses afincados en la ciudad de Amsterdam, veremos el barrio del Jordaan y subiremos a Amsterdam Noord, sus islas y el moderno NDSM.

Comienza la aventura en el hall de mi hotel, con Ana, su gran sonrisa y una bolsa de regalos, mapas, stroopwafels y chocolate esperándome.

Tres jerseys, una camiseta térmica, mi gorrito y unos guantes después y ya estamos en la calle para comenzar un paseo de cuatro horas ideado sólo para mí. Todo un lujazo y una visión diferente de la ciudad en la que llevo varios días paseando sin descanso y que aún guarda secretos que pienso descubrir.

Bajamos por Raadhuistraat, descubriendo los canales del oeste, lavanderías antiguas, carnicerías, tiendas de flores y pescaderías auténticas escondidas entre las esquinas de las calles de ladrillo.

Diferentes símbolos decoran los frontales de las casas más antiguas, describen en su forma el comercio que albergaban, a sus dueños y a sus residentes. La casa del pescador y pescadería, la barbería, la carnicería, etc. creando un bonito conjunto que recuerda quienes fueron, quienes son.

Llegamos así a la magnífica Westerkerk, el gay monument y bajamos hasta la mezquita.

Pasando por los ventanales descubrimos la festividad que tiene lugar el 5 de diciembre, ‘Sinterklaas’, que resulta ser un señor español que trae regalos a los niños buenos y rapta a los malos, trayéndolos con él a España, siempre acompañado de sus pajes negros (situación que causa revuelo y hasta debates televisivos en éste políticamente correcto país, aunque los pajes sean los favoritos de los niños y aparezcan por la calle vestidos con sus gorditos morados típicos).

Recorremos el barrio de Jordaan y sus Hofjes, con sus bellos jardines interiores, sus fuentes y sus baños públicos, entendiendo más sobre la cultura del demostrar que no se tiene nada que ocultar sin cortinas y las tres XXX marcadas.

Atravesando las preciosas calles y sus construcciones el barullo calmado y la música de acordeón aparecen en escena. Llegamos al Westerstraat Market, con sus puestos de antigüedades, anillos de diseño artesano, ropa de segunda mano, recuerdos, porcelana, sombreros, fotografías, toda clase de objetos y arte, abrigos, recuerdos históricos y todo lo que te puedas imaginar.

La costumbre, nos lleva a un puesto de ropa en el que lo habitual es coger cualquier prenda, remover el montón y lanzarla por el aire a otro montón y así en movimiento constante con otras diez personas que alrededor de la mesa recogen y lanzan con frenesí, eso sí, ese frenesí pausado holandés, nada de escándalos.

Pasando los puestos de deliciosos quesos, verduras, frutas, aceitunas, pasteles y fiambre, de Noordermarkt llegamos a Noorderkerk, una preciosa y pequeña iglesia de planta redonda, cerrada por la falta de afluencia de los fieles que abre sus puertas algunos días de mercado gracias a sus voluntarios. Ana me cuenta que antes, sólo era abierta para que un abuelito tocase el piano, lo tocó cada día hasta que falleció. Una bella historia. Lo que llama la atención de ella es su preciosa planta redonda, sin bancos, sin filas que representa más que un lugar de aleccionamiento, una comunidad de iguales en la que conversar y en la que todas las opiniones son igual de importantes.

Me recuerda al Paradiso de la calle Hoofstraat, reconstruido en sala de fiesta, mítica de la ciudad y que es, sin duda, parada obligatoria en la noche en Ámsterdam.

Seguimos recorriendo éste, el barrio más in de la ciudad, el más pijo, el más hipster, el más ideal para vivir la ciudad como un verdadero cooltureta, en bici o a pie, ya que se encuentra perfectamente situado, ¡menudo cambio ha dado el gueto!

El Lindenmarket, en la bonita Lindengracht, abre la sección gastronómica de estos flex markets de viandas gourmet de alimentos que vienen de todas partes del país y siempre tienen, bajo sus toldos de colores, la posibilidad de degustar pre compra, toda una delicia.

Seguimos subiendo, mientras comemos nuestro arenque frito con salsa de ajo, bien calentita y bebemos nuestra sopa de verduras, comprados, por supuesto, en el mercado callejero, hasta el barrio de Haarlem: El Haarlemmerdijk.

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Caminamos por el muelle por Werterdokskade hasta el puerto NDSM-werfveer, que nos lleva cruzando el mar hasta las islas del norte.

A pesar del frío, es una gozada ir fuera, abrazada a la barandilla, viendo el agua correr dejando atrás la ciudad conocida para mirar otras formas de vida un poquito más allá, dejando atrás a los turistas para seguir viendo, en esta ruta realista, la vida de la verdadera Holanda.

El ferry, que es gratuito, a penas tarda unos minutos en llegar, las vistas, impresionantes, permiten hacer recuento de todo lo visitado: Sea Palace, NEMO, Central Station, Lookout, Eye Film Museum…

Al llegar, las bicicletas salen primero en esta ciudad en la que la primacía pertenece a las dos ruedas. Un cantautor y su guitarra, sentados sobre un neumático, amenizan la llegada y la salida de los viajeros.

Nada más desembarcar ya sé que estoy en un lugar diferente e interesante.

Estoy en la isla de los astilleros. Grandes naves, monumentales me rodean, además de muchísimo cemento. Frente a mí, la ciudad sigue su ritmo y el atardecer comienza a vestir de naranja la mirada.

Street art por excelencia, graffitis y amplias letras caídas han decidido el nombre del lugar, hoy: NDSM.

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Dentro ya no hay grandes buques en construcción, los artistas han colonizado un espacio en ruinas devolviéndole la vida con olor a pintura y madera.

Artesanos, artistas y diseñadores se reúnen en este espacio donde la creatividad toma vida.

Paseamos contemplando trabajos, cuadros y materiales de trabajo, paredes llenas de color, exposiciones y talleres.

Fuera, el frío nos devuelve, en parte, más allá del mundo onírico y digo en parte ya que no hemos terminado con lo atrevido, el diseño y el ensueño.

Y es que en esta zona, además del arte, el reciclaje y el diseño, tienen lugar los mejores festivales de música. Las ideas innovadoras no cejan y es aquí donde uno puede encontrar una bonita casa ecológica que reconvierte los residuos en un hogar eco sostenible y un huerto eco, es la GeWoonboot.

Frente al astillero, una alta grúa se eleva sobre el agua, una habitación y un hotel de lujo conforman esta atrevida apuesta. Debajo, un vagón de tren se convierte en alojamiento y frente a ellos, un container es uno de los cafés más chics de todo Ámsterdam, fuera de la ciudad, alejado de quien no sepa llegar hasta aquí, se oculta sigiloso, lleno de vida, de arte y de posibilidad.

Pasando cortinas plásticas como las de una nevera frigorífica a gran escala, aparece una luz tenue, grandes bancos de madera, velas, una hoguera interna, una mesa de DJ, varias plantas de metal combinado, camareros con delantal y cuadros de exposiciones temporales por las paredes.

Mesas, sillas, sillones, alfombras y una calidad propia de Pinterest, conforman un lugar perfecto para los amantes de postear sus experiencias gastro y vitales en Instagram, sí, como ello. Aquí el resultado.

Sentada al lago de la hoguera, con mi chocolate caliente en las manos, como sentada en DUMBO Neoyorkino que mira los altos rascacielos de Manhattan al otro lado del río, me siento en sus sillones de piel compartidos en éste precioso café abierto al mar, que es además, sala de conciertos, galería de arte, co-working, dj set y lugar de encuentro para impartir clases de pintura, macramé o yoga, el moderno y cosmopolita, Pllek, donde todo es tan chic, que hasta el mal servicio de los camareros y su soberbia incitan al lujo del lugar.

Hoy veo atardecer, como en un regalo, en un Ámsterdam diferente y especial, en el que la única guiri, soy yo misma y donde mi corazón me susurra: “Tú recorres caminos, ciudadana del mundo”.

Buenas noches, Ámsterdam.

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