Lo cierto es que cuando me invitaron a visitar la Casa de Ana Frank, tuve unos segundos de duda. Largas colas que rodean todo el vecindario, fotos y vídeos prohibidos dentro del recinto, un best seller, marketing asegurado, ¿cuánto habría de verdad?
Decidí aceptar la invitación y mi alegría comenzó desde el momento en el que una puerta de cristal, en una de las esquinas del edificio, me permitía saltarme una cola de horas bajo la fría noche de la tarde holandesa.
Un tríptico, el abrigo colgando y la primera sala aparece ante mi. La primera fecha, 11 de abril, hace que algo comience a removerse en mi interior, (es mi cumpleaños) y la misma energía que me ahogaba al recorrer las calles de grava de Auschwitz comienza a recorrer mi espalda.
Varios vídeos explicativos con personas reales comienzan, en varios idiomas simultáneos a explicar la situación social, económica, cultural e histórica durante aquellos años.
Ana Frank vivió de 1929 a 1945. Su familia se mudó a Amsterdam desde Frankfurt, en busca de una vida mejor, cuando los nazis subieron al poder. Éstos ocuparon Holanda en 1940.

Casa-Ana-Frank.-Amsterdam.-WOMANWORD
“No hagas ruido”, ese sigilo, obligado para las familias que aquí se escondieron, parece calar en el alma de los visitantes. A pesar de los centenares de personas que recorren hoy sus pasillos, el silencio asfixia.
Subiendo y bajando empinadas escaleras, tras la oficina del padre, se abre un armario que dará paso a la casa escondida tras la casa, dentro de la misma, estrecha y empinada con varias plantas, de ventanas tapiadas, una cárcel en la que vivieron ocho personas durante dos años, sin ver la luz del sol, sin respirar aire puro, ya condenados hasta que fueron descubiertos en 1944 y enviados a campos de concentración, primero a Westerbork para pasar después a Auschwitz.
Durante todo el recorrido, objetos reales, fotos, fragmentos del libro, letras, historias, vídeos e imágenes perfectamente conservados, símbolos de segregación, nos acompañan a lo largo de este hogar escondido, de esta ratonera y nos ilustran con la acidez de la realidad. Sentir ganas de llorar, vergüenza, impotencia y rabia al cruzar la puerta, al adentrarse en sus pasillos viene incluido con la entrada.
En mi mente una idea: “Eran libres hasta que tuvieron que esconderse para no morir”. Esto sucedió en 1942.
Se respira tristeza en estas paredes y no puedes apenas respirar de lo condensado que aún hoy el aire sobrepasa.
Los turistas pasean acongojados en silencio casi susurrando. Todos conocen la historia, todos han leído su diario, todos conocen su final. Ocho personas, un solo superviviente, su padre.
Una no puede casi ni respirar y ahora se entiende menos aún la prohibición a hacer fotos, no hace falta, nadie tiene ganas de retratar esta vergüenza, esta injusticia… duele por dentro y un nudo ahoga la garganta, el aire es demasiado pesado.
En la casa sólo suenan suspiros y las voces de los vídeos que guían la visita. Nada más.
Cuesta tragar y reprimir las lágrimas al ver sus fichas de arresto, tampoco ayudan ni las imágenes de muertos, ni las de los trenes. ¿Quién mientras leía la historia no sentía un atisbo de esperanza?
Preguntas, preguntas internas acompañan la visita creada para NO OLVIDAR. Cómo pudimos vivir algo así, cómo podemos olvidarlo, cómo podemos repetirlo, consentirlo aún hoy…
“Quiero ser periodista para convertirme en escritora”, dijo Ana. Ella quería publicar su diario, convertirlo en novela. También escribía cuentos de hadas y apuntaba las frases bonitas que leía en otros libros.
Ver a WOMANWORD en Ana Frank es egótico y a la par inspirador. “Mandona, llena de vida, de ideas, con un gran mundo interior, llena de luz y energía”, así la describían, ¿quién no querría inspirarse en ella? Valiente y sagaz a través de sus letras. Escribiendo a pesar de su situación.
Cuando crees que has terminado, aparece una sala más, sin duda este museo es una paliza emocional: “It is not a memory, it is a warning”.
Ella nunca perdió la fé, hasta el último momento pensó que sobreviviría y en el fondo, lo ha hecho.
Ana Frank no murió, fue asesinada como miles de personas incluso hoy día. Si no aprendemos de nuestros errores estamos obligados a repetirlos.
¿Cuántas vidas hacen falta para aprender?
https://www.instagram.com/p/BNfH8-gg0qf/?tagged=womanwordinamsterdam
4 comentarios
Interesante post viajer@!
Mi pareja y yo viajamos en unos días a Amsterdam para disfrutar de un fin de semana ahora en estas fechas tan especiales.
Tenemos reservado este tour (https://www.freetourenamsterdam.com/tour/jordaan-tour/) en el que vamos a visitar el museo de Ana Frank entre otras muchas cosas y en el que nos contarán muchos de los acontecimientos y anécdotas que ocurrieron en la ciudad con la llegada de los nazis a tierras holandesas.
El fin de semana seguro que se nos hará un poco corto y no nos dará tiempo a visitar toda la ciudad como teníamos pensado, pero si nos quedamos con buen sabor de boca que seguro que si, repetiremos en no mucho tiempo y si podemos con algún día mas que esta vez.
Estamos deseando de que pase esta semana y volar hacia esta gran ciudad y disfrutar de este ambiente que seguro será tan especial para nosotros.
Muchas gracias por compartir tu relato sobre el museo de la casa de Ana Frank, ya sabemos un poco más sobre este museo que visitaremos muy pronto.
Saludos!
Bravo!! Mil gracias por leerme y por éste maravilloso mensaje!!
WomanWord me has dejado helada el alma , es que no tengo palabras , me suenan vacias.Pero no aprendemos…y seguimos consintiendo las nismas barbaridades.,.. Solo por tu articulo voy a leer el diario de Ana Frank.
Gracias, Flor. Siempre me hace feliz leer tus comentarios en mis reportajes