Otra capital, emigrantes, calles abarrotadas, leyendas, tradiciones y cielos nublados. Así es Dublin, con sonidos celtas en las calles y pintas en los bares.
Sus parques se abarrotan en los días de sol, sus fuentes cantan alegres y sus ciudadanos están dispuestos a salir a la calle para pedir por sus derechos, dejar claras sus posturas y plantar cara al gobierno.
La basura etiquetada en sus aceras y una noche que suena a tambores. Vestidos cortos, sandalias y narices coloradas. Ojos chispeantes, azules de hielo y pecas que acaban en tonos rojizos. Dublin se escribe con nombres propios y sus adoquines guardan secretos a los que más trasnochan.
Una ciudad bandera que acoge a quienes buscan un idioma, una pausa, una oportunidad. En largos turnos de cocina, con las manos agrietadas o con dolor de pies, sus visitantes se buscan la vida contando ganancias y pagando facturas, compartiendo habitaciones y mirando al otro lado de su amplia ventana de alquiler un cielo al que le cuesta tornarse azul, pensando en sus casas, a pesar de las flores que, a la venta en amplios carromatos, dan un toque de color a la ciudad dividida por su río.
De noche, todo cambia, de nuevo, la música suena y las lucecitas se miran coquetas en el río, ondulantes y prometiendo que mañana, será un día mejor.
¿Quieres ver mi experiencia en directo?
Siempre en Snapchat, Instagram, Facebook y Twitter: WOMANWORD
Sigue el hastag #WOMANWORDinIreland
Busca mis vídeos en YouTube
Más Información
Irlanda