De los puertos más importantes de Europa, la ciudad de Génova mantiene hoy esa elegancia del pasado reconstruida después tras la miseria de una gran riqueza venida a menos y que hoy es una ciudad fresca, palpitante y cultural, llena de historia y de historias de gentes y pueblos traídos con la marea, que recuerda a bellas ciudades como Porto o Marsella.
Sus calles estrechitas se enrevesan y juegan al traspiés entre los murmullos de pequeños comercios y el olor de pan recién hecho. Sus amplias plazas se coronan en fuentes y sus edificios se engalanan con cenefas, frisos y balconadas blancas.
Suena el rumor del agua y se huele el mar desde lo alto de la montaña. Los gritos en la calle y los libros bajo el brazo, los gelati recién hechos y el arte en cada esquina en una ciudad declarada patrimonio de la cultura por la UNESCO con su Via Garibaldi.
Fue destruida en el 209 ac y reconstruida después, así su planta crece y juega entre los romanos, el medievo. Romana, bizantina, lombarda, República y hasta francesa, la ahora italiana Génova ha ido cambiando con los tiempos, adaptándose y sobreviviendo al Ser Humano a través de él.
El Palacio Rojo, el Blanco, el Real, la Catedral de San Lorenzo, la piazza Ferrari, la Torre de la Linterna, antiguo faro hoy símbolo de la ciudad y el barrio Boccadasse, reflejan las caras de una ciudad viva.
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