El Jardín de Plantas de París es uno de los sitios más bonitos para respirar y admirar sus flores cuidadas, más allá del Jardín de Luxemburgo o de Tuileries.
Y es que sus preciosos huertos urbanos en los que se cultivan gordas manzanas, tomates, olivas y uvas, compiten con sus miles de flores de colores, su jardín botánico y sus grandes arboledas, bajo las que sentarse a leer.
Bajo cristales tornasolados, las palmeras crecen ingentes en el invernadero, sus praderas de hierba dejan paso a los diferentes museos que aquí se elevan con majestuosa presencia, como el museo de geología, mineralogía, botánica e historia natural.
No sólo los humanos disfrutan de este singular recodo de tranquilidad, estudio y naturaleza, sino que otros visitantes pueblan sus hectáreas: abejas, patitos y peces.
Detrás, el zoo más antiguo del mundo abre sus puertas, mientras la historia natural impera y nos enseña de dónde venimos y a dónde vamos desde el respeto de quienes somos en convivencia.