Recorrer el océano Atlántico a bordo de una zodiac es una experiencia maravillosa que se convierte en una gran aventura cuando, en las islas Azores, la posibilidad de compartir la naturaleza con sus seres vivos, entra en escena.
Poder navegar con familias de delfines salvajes que viven en libertad, en sus grupos sociales y verles saltar al lado del barco es una maravilla.
Verles felices y desplazarse para ello es importantísimo, crea una conciencia social de equilibrio que nos recuerda que los zoos no son más que cárceles de animales raptados, secuestrados y puestos en cautiverio para una muerte larga y dolorosa. El egoísmo humano no encuentra fronteras, pero aún estamos a tiempo de hacer algo.
Otra gran maravilla de estas aguas con sus ballenas. Desde que en 1986 prohibieran el cazarlas a arponazos para la venta del marfil a Estados Unidos, estas aguas se han convertido en tránsito de estos animales que cruzan el mar en busca de alimento, filtrando el agua y huyendo de los humanos que las contaminan, llenan sus estómagos de plásticos y las golpean con sus barcos provocando que hoy en día, el segundo animal más grande del mundo, se encuentre en peligro de extinción.
Finalmente vi una ballena y lo veréis en el reportaje de WOMANWORD en la web, su cuerpo, estaba lleno de heridas producidas por el Ser Humano. ¿Cuánto daño vamos a seguir haciendo a todo lo que nos rodea?
Es muy doloroso ver el miedo que nos tienen todos los animales porque han aprendido que el único animal que ataca, cautiva y hace daño, somos nosotros.
Y si quieres ver más sobre todo el daño que ocasionamos a las ballenas no te pierdas este reportaje: Un Zifio en la Playa de Berria.
La ballena que avistamos, era un rorcuato azul, tras la ballena común, el segundo animal más grande del mundo, cuyo único cometido es limpiar las aguas del mar ya que, cuando come plancton, filtra el agua. Por culpa de esto, está en peligro de extinción, no sólo por las heridas y los golpes que reciben de los barcos sino por la ingesta de plásticos de la suciedad humana vertida al mar.
Ballenas, Delfines, Vida en la Atlántida
Existe la creencia de que lo que fuese la Atlántida estaba situado justo donde hoy se encuentras las Islas Azores. El vergel de sus laderas, la fuerza de sus entrañas y la vida constante de sus aguas, no deja lugar a dudas.
Aquí, he tenido la suerte de vivir una de las experiencias más bonitas de mi vida: Poder nadar en el océano, en completa libertad, con familias completas de delfines salvajes que pasaban a mi alrededor haciéndome sentir una más, invitada en su entorno, sin pies de patos, sin bombona, sin snorkel, sin neopreno, sólo yo, suspendida, sola en mitad de sus aguas, siendo testigo de sus sonidos, de sus formas de nadar, de sus quiebros, de la protección de sus crías. Animales humanos, respeto y convivencia, algo que no se aprende entre las jaulas del zoo.
25 especies diferentes de cetáceos surcan las aguas de Azores. En mi baño, tengo la suerte de compartir espacio con tres de ellos: el delfín común, el pintado y corvineiro.
Camino al Islote de Vila Franca
Tras comer en el pueblo de Vila Franca do Campo y probar sus pastelitos típicos, cogemos un pequeño barco pesquero adecentado como mini autobús marinero y vamos de pie, agarrados a las barras hata el espacio protegido del islote de Vila Franca, un cráter perfecto, completo y redondo, que se hundió por el peso y fue después inundado por el agua del mar.
Hoy protege diferentes especies subacuáticas y en él se celebra el Campeonato de salto de Red Bull con trampolines de vértigo y caídas en picado a sus revoltosas y azules aguas.
Un paraje perfecto para hacer snorkell.
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