Subir en busca de la niebla que cala en la montaña de lava, bajando por sus senderos de hortensias hasta el mar en la esquina opuesta de la isla, desde Sete Cidades hasta Ferraria y su monasterio elevado en el fondo del océano, en esta Atlántida con leyendas, miedos y agricultores, de naturaleza salvaje y controlados jardineros, de influencias europeas y de sangre de fuego. Azores, plural y hermosa, de fuerza latente y vibraciones constantes. De vacas calladas y vergel en potencia.
SETE CIDADES
Cuentan que quienes aquí vivían, nacían, vivían y morían sin ver el mar, aislados en el corazón del volcán e inundado del agua de la lluvia, reducto de lo que hoy se nutren sus lagos, que a pesar de su grandeza y limpios colores, no son otra cosa, curiosamente, que agua de lluvia estancada en el cráter del volcán.
En esta zona entendemos por qué San Miguel es conocida como la isla verde y es que sus pastos y sus vacas, son la foto de portada.
Ordeñadores portátiles, niebla que inunda la vista y acueductos que bajaban el agua hasta los pueblos del mar.
La Suiza de las Azores baja la temperatura y permite un trekking agradable entre bosques y pastos viendo a lo lejos Mosteiros y sus formas caprichosas.
LAGO AZUL, LAGO VERDE Y LAGO DE SANTIAGO
Abajo, al final del camino, los lagos inundan la vista con sus colores.
Dentro del cráter, el agua de lluvia estancada durante siglos ha formado un lago en el que hacer kayak, avistar pájaros e imaginarse pterodáctilos sobrevolando la ingente naturaleza en rededor.
Dicen que el lago azul se formó por las lágrimas de una princesa de ojos azules cuyo padre separó de su amado, un labrador de ojos verdes que con su dolor llenó las aguas esmeralda, reflejo del verde que lo rodea, del lago de Santiago.
Cuando te sientas a mirar, desde el muelle, sólo el silencio envuelve la atmósfera.
Más allá, dos rusas se hacen selfies mientras dos portugueses discuten sobre fútbol, dos patos se pasean por la orilla y mientras todo parece par en este lago verde, a mi libreta y a mí nos parece ver pasar un pterodáctilos reflejando su larga figura en las aguas del lago de lluvia que gota a gota se ha ido llenando durante 21000 años ni más, ni menos.
MOSTEIROS
Cuenta la leyenda que un cura y una monja se enamoraron en el convento y huyeron al mar. Dicen que las caprichosas formas de estas rocas representan la leyenda.
Más allá en sus playas volcánicas, el baño se vuelve complicado mientras el paisaje deslumbra salpicado de columnas vertebrales que sobresalen de las olas.
FERRARIA
En sus paredes aún quedan restos de la última erupción y las rocas aún ruedan por sus laderas. Reducto de aguas termales y marismas plagadas de cangrejos, dejan ver puentes de lava por los que entra el mar y regalan preciosas instantáneas.
Azores, un viaje de 4 días, 10 reportajes
Azores como Lista de Reproducción en el Canal de YouTube de WOMANWORD
Azores en Instagram bajo el Hastag #WOMANWORDinAzores