El Príncipe de Maquiavelo

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Fernando Cayo aparece en escena vestido de otro hombre. Su silueta se dibuja bajo un ritmo frenético y de la soberbia se descubre un hombre bueno, humano, analítico y sagaz. Después, a medida que avanza el tiempo, la obra sigue rodando y el personaje, cada vez más desnudo, deja ver su verdadero ser, roto, torturado y sufriendo por volver a ser él mismo en un mundo que le ha dejado atrás.

Así fue la vida de un Maquiavelo que no fue maquiavélico, pero si tenaz. Su peor error fue usar su mente y hablar en consecuencia. Fue castigado por saber demasiado y exiliado para mantenerle al margen de una política y una religión que temían que el pueblo supiera más de ellos que de ellos mismos.

Aún así, su tratado, años después vio la luz y aún hoy es un texto necesario, actual y olvidado. Si todos leyésemos su obra entenderíamos cómo sucede la política y cómo y porqué gira el mundo. Cada guerra calculada, cada enemigo elegido, cada campaña, cada personaje, cada pregón… todo estudiado y repetido en bucle eterno desde que somos humanos y vivimos en sociedad.

Desde el Siglo XVI un libro desvela las incógnitas y nos da la mejor arma para alzarnos en batalla: el conocimiento y la razón propia. Aún hoy hay quienes no lo han leído, hay quienes olvidan y olvidan también, que el presente es el resultado de un pasado que no ha sido corregido.

La obra de Juan Carlos Rubio, que también es libro y estará en los Teatros del Canal hasta el 9 de noviembre, busca que, antes de las elecciones generales, nos pongamos manos a la obra para abrir los ojos y provocar el cambio. Insta a la lucha, al espíritu de cambio, a la esperanza y a la humanidad.

Textos de El Príncipe y correspondencia personal de Maquiavelo, se unen a diferentes fragmentos de obras como Discursos sobre la primera década de Tito Livio y El Arte de la Guerra de Sun Tzu, escrito en el Siglo V a.C. nos muestras como el ser humano no evoluciona porque no aprende y no aprende porque no presta atención.

Un texto bien ensartado, que envuelve, atrapa y pone en marcha el mecanismo del pensamiento crítico. Sin duda, esta obra es una clase de política necesaria para todos y todas.

“El tiempo como padre de toda verdad” y una cita de Petrarca que insta a abrir los ojos como telón final. Una obra que con grandes frases como: “Con corrupción un pueblo no puede vivir libre” o “No hay nada peor que poseer un don y no poder utilizarlo, el talento es la sabiduría”, insta a la virtud, esa que nos cure las heridas, que nos libere de las atrocidades.

Tras la obra, se abre una tertulia entre el público, el director, el actor y un invitado perteneciente a la vida política de nuestro país, en este caso: Toni Cantó.

El director, voz serena, lanzó al aire una verdad durante la misma: “Hablo de un ser roto que se encierra a soñar, que tiene un don y no puede utilizarlo, como tantas personas en nuestro país que no pueden trabajar. Ojalá este espectáculo sirva para crear debate, el conocimiento es fundamental para vivir y esto es lo que suda por cada poro de su piel Maquiavelo. Su pasión es la razón”.

Porque el teatro es para hacer pensar y la vida, para ser vivida libre. Esta obra no se dirige ya a un príncipe o gobernante, sino que se dirige al mayor dirigente de todos: El Pueblo.

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No te pierdas en mi Canal de Youtube el vídeo sobre esta maravillosa crítica de Teatro y las entrevistas a sus protagonistas: Fernando Cayo, Juan Carlos Rubio y a su invitado en la tertulia posterior, Toni Cantó.

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