Que estoy enamorada de París no es algo nuevo… Caí rendida a sus pies en 2007, volví a vivir entre sus calles, mirando a través de sus tejados en 2012 y desde entonces, cada año formo parte de su calendario, escribiendo mi nombre junto al de una fashion week en la que todos son ya buenos compañeros y en la que he aprendido a formar parte con tesón, tenacidad y cariño.
He vuelto a París y la ciudad me ha recibido con su habitual dulzura: cielos azules, un sol agradable de principios de otoño, el viento del invierno que limpia el aire del verano y sonrisas de esos amigos que siempre esperan mi regreso.
Así, hasta el francés encolerizado de los parisinos que corretean por sus calles casi sin verlas, me parece hasta agradable viéndolo pasar tomando un demi fraise sentada en una de esas terrazas, acariciando con la palma, la mesita redonda.
Hoy me subo al puente nuevo (Pont Neuf) y entre desfiles, con ropa cómoda que permita el trabajo y sin perder la personalidad que me define, sin estragos, sin demasiés, simplemente WOMANWORD y sus rayas marineras.
Aquí, llevo camiseta de Bershka , pantalones MOM de Top Shop, botines de una tienda vintage al peso en el 125, Boulevard Saint Germain en París, regalo de mi querida amiga Lili, collar en turquesa de Tiffani & Co, color de labios de Dior 779 Illusion. La chaqueta pertenece a mi amiga Katrin, la recuperó de una tienda vintage en Berlín llamada Made in Berlin. La mochila es de una pop-up del barrio de Canilleras y no tiene marca ninguna.
Como veis, me encanta recolectar tesoros con historias pasadas, casi sin nombre y que marquen mis pasos por un momento.
Gracias a la increíble Kay Paris Fernandes por sus fotos.
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Guapa!