Para conocer la isla de Ibiza es fundamental hacer parada en Ses Salines, en la Playa Es Canar, Cala Nova, Cala Bassa y por supuesto, en Santa Eulalia para visitar el Mercat Hippie más famoso de la isla: Las Dalias.
Me levanto tranquilamente cuando el sol ya molesta en la cara, bebo un CacaoLat y me compro un bono de autobús en Ibiza que me cuesta 18 euros.
Sentada en la ventanilla con la frente apoyada en el cristal comienza mi viaje hacia Ses Salines. De camino, veo un cartel que reza: “La felicidad no es hacer siempre lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”. Mientras sonrío convencida, conozco a unas señoras muy amables de Madrid que me leen el horóscopo y me dicen que el amor no es un hombre sino cualquier cosa.
Así, llego a una maravillosa reserva natural llena de pinos, famosos, agua transparente y música tecno.
Una pluralidad que no deja de sorprenderme en Ibiza y mientras los plásticos flotan en el agua, los naturalistas deciden dejar de un lado la toalla para tumbarse en la abrasadora, pero blanca, arena de la playa.
Sobre altas torres de visión, socorristas tan jóvenes como musculados sonríen a las turistas de piel fucsia y guiñan los ojos, brazos en alto y marcando tableta.
Después, con el pareo arremangado, vuelvo al bus y de charla con Pepa, una mujer de 60 años que dice que ha vivido toda la vida en la Plaza Mayor de Madrid, llego a Santa Eulalia, un pequeño pueblito ibicenco famoso por su Mercat Hippie: Las Dalias.
Parece que en Baleares el día se alarga y siempre tengo tiempo para descubrir y pasear.
Los puestitos con mesas cubiertas por telas de colores descoloridos y saltones, de dibujos y formas singulares, huelen a incienso mientras la plata brilla con el sol. La música sugiere el trans mientras amplias e improvisadas avenidas se intercalan las unas con las otras
Un mercado que abre a las 07.30 de la mañana y pliega tenderete a las 21.00 de la noche.
Para terminar mi recorrido, decido relajarme y disfrutar de la naturaleza, el viento de las pitiusas y el mar en un lugar congelado en el tiempo, aislado y natural: Cala Nova, donde me hago amiga de una lagartija que mientras medito, se sienta en mi rodilla.
No te olvides de visitar Cala Bassa, si vienes a Ibiza, esta segunda, aunque atestada de barcos y yates en sus orillas, permite disfrutar de las vistas desde la montaña de verdes pinos que la protege.
Una isla plural en la que merece la pena distinguir entre quienes vienen a respetarla y a vivirla.
- Ibiza by © Rocío Pastor Eugenio ® WOMANWORD
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1 comentario
Bonita foto, lagartija modelo, en consonancia con la isla, es como descubrir a Wally…