La Isla de Ibiza ofrece una pluralidad de turismo brutal: Desde la fiesta más enardecida hasta la calma de la vida ecológica.
Llegando desde un vuelo regional desde la península, como los operados por Air Nostrum, o en barco desde otra de sus islas, Mallorca o Formentera, la ciudad de Eivissa, se alza creciendo en derredor de su costa protegida por su montaña.
Pequeñas tiendas de moda ibicenca, blancos vestidos, pantalones de lino y sandalias de piel. Peluquerías, cestas de mimbre, platos de cerámica decorados, sombreros, colchonetas y sombrillas.
Deliciosa gastronomía local entre la sobrasada de miel y piñones, los fartons, el choleck y los kioskos que aún hoy disponen de algún ejemplar de Prensa Pitiusa.
Una ciudad para pasear por sus calles empinadas y para absorber desde su paseo marítimo y una ascensión hasta Dalt Vila que permite miradas azules y destellos de luz.
Relax por el día, hora de la siesta, tinto de verano y notas musicales para cuando llega la noche bailar hasta el amanecer.
A un autobús de distancia, el pueblo de San Antonio y los mejores atardeceres de la isla.
Me quito los zapatos y bajo al mar, le saludo y lo miro con y sin gafas. Sentada en la arena escribo, pienso y me relajo. Respiro bien hondo y acaricio las olas con los pies.
Más tarde, tras el saludo obligatorio a la mar, recorro el pueblo con mi amigo Giovanni, un italiano que ha venido a vivir a Sant Antoni y que conozco en la parada del autobús. Ibiza es así, un pasaporte lleno de sellos y la tranquilidad de poder pararse a saludar.
Recorro su blanca Iglesia en la que los vecinos en junta, guardan sus más preciosas flores para sus ofrendas, en su plaza, varias mujeres comen pipas y cotorrean con un acento cerrado y pañoleta negra.
Bajando hacia las calas, conozco a Elías y a sus perritos, quien me sorprende con un: “Por tus piernas eres Aries, ¿me equivoco?”. No se equivocaba. Aprendo a charlar con él de la energía universal y del valor de la artesanía y el culto a la tierra. Ibiza sin duda es cuna de hippies y de mentes abiertas a la naturaleza y la experimentación desde una vida sencilla.
Veo una hermosa puesta de sol naranja desde el muelle, mientras un turista se pasea en paracaídas arrastrado por una lancha acuática.
Cuando el último rayo de sol cae, la fiesta comienza en la arena.
Así es Ibiza.
- Ibiza by © Rocío Pastor Eugenio ® WOMANWORD
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1 comentario
Me encanta! Preciosas fotos!
Qué recuerdos!