El mirador abierto al mar del pueblo sumergido bajo el volcán de Garachico, oriundo de familiares del egregio Simón Bolivar y de típica arquitectura canaria, con sus balcones elaborados y sus pequeñas ventanas mirando afuera.
Sus estrechas calles de edificios de dos plantas de paredes blancas, esquinas de piedra, números de cerámica y patios interiores de tragaluces y alegres fuentes que se abren entre palmeras para dar luz a la Parroquia de Santa Ana.
Museo e Iglesia, levantó sus muros en 1520 y reconstruyó su imagen después de que el volcán latiera y sumergiese el pueblo en el siglo XVIII su Cristo de la Misericordia viajó desde México construido en pasta de maíz para ser colgado desde la Santa Cruz regalo de Madrid en
La villa, crece en torno a la plaza ganándole terreno al volcán. De colores sus edificios, en amarillo canario, sus puertas roídas por el salitre.
Orgullosa y con vistas, concede pleitesía con su monumento al viento y al mar a la par que se relaja en su jardín, refugio de poetas, en la plaza Juan González de la Torre, donde Rafael Alberti descansó sus huesos y dio vida a bellos poemas de libertad y sosiego.
El Puerto de Garachico, importante en los siglos XVI como entrada a la isla de los barcos y mercancías provenientes de África, Europa y América, convirtió la villa en una urbe cosmopolita que comerciaba con cuero, vino y obras de arte flamencas.
Hoy, la ciudad es un remanso de paz y de disfrute tal que hasta es capaz de lograr que la fotógrafa se deje fotografiar en un alarde de protagonismo.
Aquí, yo misma disfrutando del mágico entorno. Gracias a mi amiga, Ana, por las bellas imágenes conseguidas.
3 comentarios
Preciosas fotos, ? que bonitos reportajes de Tenerife, me gustan mucho ?
Muchísimas gracias, Emma! Qué ilusión! ?
Precioso pueblo y muy bella la fotógrafa enmarcada en ésa escultura.Me encanta que des datos históricos de los lugares que visitas.