Durante mi estancia insignificante de 3 noches y digo insignificante porque hablando con sus huéspedes, descubro que la estancia mínima son 5 semanas y llega incluso hasta los 3 meses en algunos casos, en el Hotel Océano Health Spa, inicio una serie de actividades y tratamientos que según Magda, van a ayudarme a entender el centro, relajar la mente y continuar trabajando de forma equilibrada.
De lo que se trata aquí es de encontrar el balance. Por eso, sus clientes, casi todos alemanes y bien concienciados de la valía que el turismo de salud representa, vienen a dejarse mimar, a encontrarse a sí mismos y hasta, como me confiesa una mujer de 60 años recién divorciada, a escuchar el silencio.
Así pues, me sumerjo en esta corriente y me dejo llevar por sus horarios.
Me levanto a las 7 de la mañana, descorro las cortinas y el mar picado me saluda. Frente a mí el Teide nevado está iluminado por los primeros rayos de sol. Me calzo unas mayas, las gafas y subo chancleteando hasta el piso 11, la terraza nudista que alberga también la sala de yoga, totalmente acristalada y abierta al mar.
En su interior, un tipo enjuto , vestido de blanco y muy muy moreno espera sentado con una pierna sobre la otra y una sonrisa tranquila, es Hari, el profesor de yoga, venido desde la India y afincado en la isla maravillosa enamorado por la buena vida y el contacto con la naturaleza.
Esta zona de la isla es de las más tranquilas y alejadas de turismo, por eso, precisamente, el encanto de este hotel bebe de la tranquilidad y la naturaleza.
Es tal la tranquilidad que para encontrar un guachinche (restaurante típico en guanche), tengo que irme al pueblo de al lado para poder degustar su morcilla dulce, el choco y el gofio que tanto me gustan de esta maravillosa cultura canaria. De beber, tinto de Tacoronte, dulzón y con un toque a regaliz negro. Me escapo de esa dieta talaso y dejo de contar las calorías, el turismo de relax me lo permite.
En mi clase de yoga bilingüe, entre alemán y español, el profesor nos insta a reír 24 horas al día, pase lo que pase, reír, reír y reír.
Y yo mientras me río, me bajo al spa médico a realizar varios tratamientos.
Comienzo con un tour por las piscinas. Primero camino a contra corriente, me meto debajo de una cascada y me dejo masajear por varios chorros de agua completando el therapy pool. Después, salgo a la piscina de fuera y hago varios largos en su agua salada, me pongo el albornoz y me sumerjo en la piscina natural que se encuentra fuera del hotel y que ha sido ganadora de la bandera azul. Vuelvo corriendo y me meto en el jacuzzi del jardín hasta que mi terapeuta sale para indicarme que comienza mi thalasso bath.
Me sumerjo en una bañera y me dejo flotar mientras diferentes chorros de agua salada van masajeando mi cuerpo de abajo hacia arriba durante 20 minutos.
Tras esto, llego a mi ronda final, un thalasso algen, en el que el flotar cubierta de una crema de algas y después, tras la ducha, el masaje relajante con esencias y aceites en el que boca abajo, los nudos acumulados se van deshaciendo.
Según consejo médico, antes de bajar a cenar, toca echarse una pequeña siesta, darse un baño caliente, dedicarse unos momentos para la introspección en la terraza mirando al mar. En mi caso, escribir estas líneas ordenador mediante e inspiración renovada.