Cuando me levanté esta mañana, lo hice dedicándome el día, pensando en la disposición del tiempo, en el luego hago esto o lo otro…
Antes de desayunar, como de costumbre, he encendido el teléfono, el cual me permito el lujo de apagar los fines de semana. Al encenderlo, emails, alertas y whatsapps. Uno a uno he ido leyéndolos hasta encontrar un whatsapp de mi amigo, Pedro.
Lo primero que he pensado ha sido: “Uy, ¡tenemos pendiente una entrevista!”. Emocionada lo he abierto e ingenua al ver unos horarios escritos he pensado que se trataba de alguna presentación venidera…
El mundo ha girado un poquito más lento y más rápido a la vez en menos de dos segundos.
“Os informo que a las 11.45 de hoy viernes 3 de abril de 2015 ha fallecido Pedro Del Hierro” y seguida la información del velatorio esta misma tarde.
He necesitado varios minutos para entender lo que sucedía a mí alrededor. Tras ello, telediarios y medios de comunicación daban eco de la noticia.
En mi muro, una despedida:
“Hoy ha muerto una persona muy especial para mí. Siempre cercano y muy profesional, me tendió su mano y siempre dejamos pendiente para otro día una entrevista que ya sólo podré escribir en forma de perfil. Amigo y artista. Siempre me acordaré de ti. Gracias por mostrar que la humildad hace al genio. Gracias Pedro del Hierro”.
Y doy las gracias de forma real a una persona abierta y que amaba la vida y sobre todo, reír.
Me ha hecho darme cuenta de que no somos poseedores del tiempo y que aquello que postergamos puede que no llegue a suceder jamás.
Pedro era una persona fácil de abordar, fácil de valorar, fácil de querer. Desde el primer momento, casi sin conocerme, me tendió su mano y su amistad. Su cercanía y sus pequeños mensajes intercambiados abrían caminos y tendían posibilidades.
Diseñador de bandera que abrazaba la alta costura, fue creador de un ready to wear plausible y emergente. Inteligente y emprendedor veía en la moda un negocio realista y funcional.
Sabía imaginar y hacer realidad sus diseños, creaba y vivía con igual pasión.
Para él, la moda y la vida caminaban paralelas y ambas compartían un sentido común, un todo sin estereotipos ni etiquetas. Un todo capaz de hacer realidad el sueño y de valorar la bondad propia como envase perfecto para una belleza universal.
“Sé siempre tú misma, con esa sonrisa, estás llena de luz”.
Hoy guardo silencio por ti, Pedro del Hierro.