El diseñador Henrik Vibskov vuelve a sorprender en la Semana de la Moda de París, fusionando el arte de la escuela de arte dramático de Dinamarca con la pasarela.
Sobre unas mesas cubiertas por una sábana bajo la acción mecánica de unos móviles de cuyos hilos colgaban manos de cemento cubiertas de guantes en tono grana, las exhalaciones de placer marcaban el ritmo de una canción pegadiza y trance.
En esta clase de masajes, el diseñador compone una colección de hombre en la que la geometría y los volúmenes acolchados se mezclan con los tejidos más volátiles y bajo la base de blanco y negro, se juega con los colores tierra y los rojos en sutiles estampados que exclaman un: “¡Manos arriba!” o al menos, manos a la masa.