Cáceres
Ya en la época de los Reyes Católicos, la Reina Isabel recorrió estos parajes que hoy nos convierten a todos en parte de la historia y es que Cáceres, en Extremadura tiene mucho que ofrecer y aunque de fronteras para dentro lo hayamos y de fronteras hacia fuera sea un secreto bien guardado en nuestro país, la UNESCO ha puesto los ojos en esta región tan exuberante en historia y naturaleza.
Como ruta, el monasterio de Guadalupe, del siglo XIV de estilo mudéjar, gótico, renacentista y barroco, hoy reconvertido en museo, claustro, hospedería y albergue.
Bien de interés cultural y monumento nacional desde 1931, ha sido nombrada la ermita del humilladero y como base para esta preciosa ruta: El Geoparque Villuercas Ibores Jara es un macizo montañoso de casi 2600 kilómetros cuadrados, yacimiento prehistórico con fósiles de más de 3000 años de antigüedad y nombrado como geoparque por la UNESCO y perfecto para el senderismo.
Logrosán, su pozo María y su Mina de Costanaza, hoy, falla activa, viva y en movimiento, fue clausurada en 1946 pero descubierta en 1730, se dice que las brujas de la región arrojaban al fuego polvos blancos para crear destellos en sus hogueras, polvos de fosforita pulverizada que recogían aquí para sus aquelarres, siempre se ha dicho que la ciencia tiene algo de brujería…
Sus minas de estaño y fosfato de rocas volcánicas ígneas y metamórficas eran el punto de referencia al que todos los españoles en busca de trabajo se dirigían llegando a ser uno de sus yacimientos más importantes.
Entre su exposición de minerales, la guía explica ante grandes paneles ilustrativos cómo los minerales formas cristales, el magma se enfría bajo la corteza terrestre y se desentierra la burbuja magmática cristalizada creando en su interior estaño. Fuera, al cristalizar, crean las minas fosforitas, en las que nos encontramos.
Inaugurada en 1863 comenzando sus trabajos de extracción en 1907, a día de hoy, su museo guarda joyas de la historia como gafas antiguas, calendarios realizados en china para la propia mina que versan de 1929, contratos de trabajo de 1907, fotografías en las que se ve cómo trabajaban los mineros y las mineras.
Resulta divertido bajar a las minas, aunque el entusiasmo decrece al imaginar una vida a diario enterrados en el subsuelo. Al bajar enclaustrados en el ascensor, la guía de lo que hoy es un museo, recuerda que los mineros bajaban y subían en jaulas mineras durante los turnos establecidos, nunca cuando quisieran, encerrados bajo la oscuridad de la tierra y enfermando sin distinción de silicosis a causa del polvo de silicio creado por la extracción.
En las bodegas de Ruiz Torres, su plantación en espaldera se combina con un paisaje que recuerda a los montes Apalaches. Bajo su imponente salón acristalado, la fábrica trabaja sin descanso embotellando 12.000 botellas a la hora, en el valle de Santa Lucía y sus barricas adormecen el vino esperando su consumo.
Para la cata, vino blanco joven, crianza y tapas de morcilla, patatera y queso Ibores, como reclamo a la tierra que nos acoge.
Fotografía y Texto por Rocío Pastor Eugenio.
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1 comentario
Me sentido transportado a la tierra de mis orígenes, a la amplitud de sus cielos, a su intensa y clara luz, a su verde paisaje, a su historia, gracias womanword. Uno no es nada si olvida sus raíces, de piedra se convierte en fango, de llama en ceniza, de palabra en silencio, y de silencio en olvido. Abrazo así de nuevo mis recuerdos, y paseo contigo por su historia a través de tus palabras y de tu fotografía.