Fotografía y Texto por Rocío Pastor Eugenio.
Fotografía 100% libre de retoque digital. Como siempre aquí, en WOMANWORD.
Descubrir Barcelona a vista de pájaro no es difícil, para ello sólo hay que gastarse 7 euros para subir en “cremallera” hasta la cima del Tibidabo.
Una vez ahí, antes de subir en el funicular, tomar algo en la terracita chill out que mira al horizonte y corona la ciudad por completo resulta ineludible. Después, una vez preparados para el viaje, la subida asciende entre pinares dejando ver a ambos lados una ciudad condal concisa y resultona.
Los niños y los no tan niños corretean por el vagón mirando por las ventanas empinadas y haciendo fotografías a diestro y siniestro.
Una vez se abren las compuertas del vagón, la cima emociona y llena de poderío y humildad.
Bajo los pies, un parque de atracciones, más abajo y hasta el horizonte Barcelona se extiende con sus callecitas, sus turistas, sus rateros, su arte, sus escuelas de cine, sus puestos ambulantes, sus mossos d’esquadra, su idioma y su orgullosa cultura compartida con el mundo en una España plural que se adolece de leyes injustas y un pueblo castigado. Aún así, desde las alturas todo parece flotar.
Las sonrisas se multiplican y al girar sobre los talones uno descubre, aún más arriba, girando el cuello hasta el quiebre, una Iglesia marinera que corona la cima, siempre en lo alto, dominante.
Un recorrido necesario e interesante, otro recodo de esta Catalunya enamorada.
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1 comentario
Merece la pena alejarse un poco del centro y visitar el Tibidabo. ¡Tiene mucho encanto!
Muy bonitas las fotos Rocío, merece la pena darse una vuelta por Barcelona y disfrutar de esas magníficas vistas desde el Tibidabo.