Una visita en Mallorca no puede quedarse sin pasar por la bella ciudad de Palma.
Recorriendo la ciudad desde su casco medieval en el corazón de la calle donde se encuentra mi hotel: Posada Terra Santa.
Caminando por sus callecitas estrechas que crecen en espiral, es fácil perderse para encontrarse en un pasado que exhuma toda su esencia en un plano antediluviano reacompasado al hoy.
Desde la plaza de quadrado hasta el Convento de Sant Francesc, donde cuenta la leyenda que una doncella de una de la familia de Can Amun, fue deshonrada por los comentarios impropios de un joven de la familia a la que estaban enfrentados de can d’abaix. Tal fue la deshonra que el mozo tuvo que marcharse con lo puesto a un burgués exilio en Flandes para no volver a Palma de Mallorca hasta siete años más tarde.
Al volver, el guía cuenta entre el eco de las paredes con rosetones, el galán escuchó campanas de muerte. Agitado, preguntó al párroco por quién sonaban encontrando en la respuesta el nombre de la doncella quien dicen, murió de pena. Como penitencia, pasar la noche velando y rezando el cuerpo de la difunta. Para más inri, la castiza historia popular culmina con un final de leyenda: A la mañana siguiente, al entrar el pueblo en la Iglesia para recibir la misa matinal, encontraron el cuerpo muerto del joven junto al cuerpo de ella. Al acercarse, descubrieron que la lengua de él, había sido cortada. Una venganza extra corpórea a la española, ya se sabe que somos muy pasionales… Lo mejor, la cara de susto de los guiris que recorren los pasillos de mármol.
Hoy, a pesar de los fantasmas asesinos, este precioso recinto sigue en activo como convento, Iglesia y escuela, frenético al canto de las campanas.
Bajando hasta Sindicat, degustando una cocarrois vegetal de pasta dulce, lo ideal es llegar hasta la Plaza Mayor, parándose a olisquear las diferentes pastelerías que ofrecen deliciosas cocas, helados artesanos, ensaimadas, cocarrois, empanadas y robiols.
Después, bajando desde la plaza de Santa Eulalia a la plaza de las cortes para comernos una ensaimada con laccao en Can a Cati, mientras sorteando los arcos del corredor, cruzamos la calle para ver en el Ayuntamiento los históricos gigantes y cabezudos.
Y es que la capital de la isla exhuma historia e historias por sus cuatro costados.
Sin olvidar hacer una parada en las preciosas las vistas de la ciudad y del puerto desde la Fundación Bartolomé March, cuyo Palacio March fue construido en 1939 por la familia March convirtiéndose posteriormente en museo.
Bajar hasta la catedral es una experiencia preciosa ya se haga desde la Rambla, el Passeig des Born o el Palacio Real de la Almudaina, construido sobre un asentamiento megalítico, posterior castrum romano, residencia de los valíes musulmanes y luego de los reyes cristianos siendo siempre sede oficial del poder político a través de los siglos y cuyo castillo, de construcción califal fue tomado por Jaime I en el siglo XIII al conquistar la isla. Actualmente, sigue siendo utilizado por el Rey para ceremonias de Estado y recepciones estivales, limitando la entrada de la prensa bajo estrictos trámites administrativos aún en temporada de turismo.
Recorrer la Catedral en derredor hasta el Parc de la Mar, una y otra vez, por arriba entre las atalayas, por abajo viendo los cisnes nadar en los lagos de los baños árabes, su luz invade y contagia y más, ayudada por los músicos callejeros que guitarra española en mano recuerdan a Paco de Lucía.
Con la catedral a la espalda, girando a la izquierda podemos disfrutar de un precioso día de playa recogiendo las miles de caracolas que reposan en su costa.
A la derecha, continuamos el paseo marítimo llegando hasta la lonja: La Llotja de Palma de altos techos y arcadas luminosas, construida en el siglo XV bajo el sello gótico. Actualmente, su interior sigue vivo gracias a las exposiciones temporales y gratuitas organizadas por el Govern de les Illes Balears, ahora, rozando lo onírico, pueden disfrutarse las esculturas de cerebros y tortugas del artista Jan Fabre hasta el 21 de diciembre.
Cámara en mano, empaparse de la esencia de esta ciudad es tan fácil que una ni se da cuenta de que entre sus callecitas de salida al inmenso mar, se haya enamorada.
Nota Estrella
Los martes por la noche, es ideal recorrer esta misma ruta cambiando los conventos por los bares más divertidos de la ciudad en su maravillosa Ruta Mariana. Una ruta de tapas improvisadas donde tapa y bebida se amoldan al redondo precio de 2 euros.
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1 comentario
Pasear por tu relato y descansar fija la mirada en cada fotografía, es adentrarse con calma y paseo por la belleza de sus calles y su historia y también como no, por su descanso y su gastronomía, un placer leerte y seguirte WOMANWORD.