Entre arcos del siglo XIII el Hotel Posada Terra Santa abre las puertas de su restaurante para todo aquel que lo desee, alojado o no en el mismo, previa reserva, bajo la cocina de autor del chef Matías Provvidenti.
Sus recetas combinan lo mejor de la cordura con la investigación que crece en pirámide creando parejas gustativas razonadas y razonables que apetecen copiar en la cocina de casa.
Sensata, su carta se recrea entre los sabores tradicionales y esos que en fusión concienzuda aúnan el sentido entre oriente y occidente.
Especias, frutas, carnes, pescados, tenedor, palillos y hasta con las manos. Platos a rebañar con gusto y una sonrisa pintada en la cara, esa que te hace sentirte como en casa con la barriga llena de calidad.
Con los mejores ingredientes naturales, su carta describe un viaje de placer y sensibilidad en el que los cinco sentidos se ponen en marcha y donde cada bocado consigue identificar cada uno de los ingredientes.
Entre los favoritos, abriendo boca con la alquimia de su gazpacho en terciopelo de tomate, fresco con el aceite de albahaca, es empoderado con el queso de cabra.
La brocheta de salmón ahumado se combina con la sencillez del kiwi entre lo cítrico y el dulzor.
La sucesión de platos inteligentes preparados desde la cocina abierta donde trabaja el chef continúan anunciando exclamaciones entre los comensales en diferentes idiomas.
El tataki de atún rojo del Atlántico se envuelve entre semillas de sésamo blancas y negras para crear la textura crujiente y envolver el pescado con el aceite del mismo en mezcla equilibrada con su salsa teriyaki y las pequeñas bolitas de lima y pimienta que estallan en la boca creando una sensación de frescor.
El pulpo a la gallega con alioli de mango y pimentón de La Vera es para chuparse los dedos al igual que el magret de pato macerado con salsa oriental, una delicia.
El solomillo de Agnus madurado durante dos meses se sirve con foie para aportar la grasa junto al sabor de la milhoja de patata con queso e higo que aportan el dulzor. Huele a brasa y su sabor contundente se deshace en la boca al igual que la pluma de ibérico, 100% de bellota y aromatizada con meloso de higos y la mermelada de cebolla artesana. En cada bocado se pasa del dulce al salado en una combinación muy interesante.
Para beber cualquiera de su selección de vinos, un blanco verdejo o un tinto Rioja joven.
Y para terminar, la maravillosa creación de semifrío de tiramisú con base de galleta María y recubierto de chocolate negro puro.
Una cocina envolvente, creada con pasión y que sin duda, merece la pena conocer.