De nuevo, las figuras de Zuhair Murad atraviesan etéreas la pasarela entre las filas de sillas afincadas a ambos lados de unas modelos maquilladas con cat smoky eyes y labios nude.
De nuevo una belleza basada en la naturalidad con toques preciosos que la ensalzan tal y como es.
Sus diseños, perfectos, combinan el largo y el corto sin perder la consecuencia ni la línea de unión entre unas piezas y otras que, bajo su nombre, describen una firma fiel a sí misma y siempre reconocible.
Vaporosidad, capas y también vestidos largos ajustados desde el cuelo hasta los pies con pedrería engarazada y unos tonos que evolucionan desde el negro hasta el blanco de una preciosa novia bordada, velo y falda campana en una colección que pasando por el frambuesa, el azul Klein, el esmeralda, el plata y el crudo, presta atención a la cintura y la ensalza en cortes y accesorios con la geometría y el dorado.
Diferentes escotes que no bajan más de lo necesario dando relevancia a las piernas.
Entre los vestidos largos y las faldas con volumen, dos pantalones cruzan ante los ojos de la prensa y los invitados: un short como parte de un mono cuyo estampado juega con la combinación de los colores de la colección al completo y un largo, selecto, elegante y básico en seda perfectamente combinado y combinable.
De nuevo, la elegancia hecha materia en un desfile que deja sin aliento, un buen sabor de boca.
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