Pensamientos de una viandante 7

1

Por Rocío Pastor Eugenio.

Esperando el autobús. Diciembre. Madrid. 20:00 horas. Una mujer de unos 70 años y yo.

– Perdone señora, ¿sabe si hace mucho que ha pasado el autobús?

Tras una mirada de reconocimiento y un gesto en el que tuerce el morro con reprobación:

– ¿Eres rumana?

– ¿Cómo?

– Pareces rumana, yo no hablo con rumanos.

– Eh… Soy madrileña…

– ¡Tú qué vas a ser madrileña! Con esa voz… Como mucho serás sevillana…

– ¿Usted es de Madrid?

– Uh… Mírala, qué descarada… Toda la cara de sevillana… Que maleducados sois…

– Señora, mi cara y yo somos de Madrid… ¿Y usted?

– ¡Qué descarada! ¡Qué vulgaridad! ¡Yo soy de la mismita cava baja! Malditos rumanos… ¡qué poca vergüenza!

Al llegar el autobús…

– Señora, permítame, pero mucha cava y muy baja clase… Ande suba al autobús.

– Pues sí que voy a subir, niñata.

Gente que una encuentra por Madrid… Más que gata, rata.

Nota al Lector

A los madrileños se nos llama gatos, además de por la chulería chulapa, porque en la guerra, para salir y entrar de la ciudad, había que hacerlo por los tejados.

Pensamientos de una viandante

 

Share.

1 comentario

  1. flor silvestre on

    Me hubiera gustado verte por un agujerito, que surrealismo¡¡la aclaración de los gatos madrileños,chulisima….

Leave A Reply