Marseille: Sus gentes y su Gastronomía

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Crisol de culturas.

Caminar entre las calles de Marsella desorienta a cualquiera. Para recorrer ésta ciudad uno debe olvidar el mapa, la brújula y el tiempo.

Dejarse llevar por sus calles y sus compases es lo ideal para conocer palmo a palmo una ciudad que transita en guetos integrados que hablan de pluralidad y de inclusión.

Diferentes paisajes  en cuestión de un cruce de tranvía. De Marruecos a la India, con sus dulces y sus especias. Las frutas latinas, jugosas y coloridas. El sonido de los tambores, el jaleo de la capoeira brasileña y el olor a crema de los turistas europeos.

Pequeñas calles de ventanales de madera abiertos y cuerdas de tender que huelen a jabón de Marsella coronadas por mujeres francesas de rostros curtidos por el sol y altos moños estirados. Puertas de patios abiertas al tránsito de las calles defendidas por abuelos con sus bastones y la mirada perdida. Nuevos comienzos para aquellas que se niegan a abandonar sus tradiciones y otros diferentes para quienes se desprenden del pasado y se calzan unas air max para hacer saltos mortales en la plaza del ayuntamiento.

Escaleras, pasadizos, hospitales del siglo XVI, jardines encaramados a las fachadas, terrazas con vino y cerveza y sonidos de un acordeón que a lo lejos mira al horizonte desde un nuevo hogar fundido y creado entre el crisol de los días.

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