Por un puñado de besos

Por un puñado de besos se ha estrenado en la gran pantalla para no dejar a nadie indiferente.

Basada en la novela de Jordi Sierra i Fabra, Un poco de abril, algo de mayo y todo septiembre,  con la actuación de Martiño Rivas y Ana de Armas, el plantel está servido para hacer taquilla adolescente bajo la dirección de David Menkes en este drama romántico en el que también participan Marina Salas, Megan Montaner, Joel Bosqued y Alejandra Onieva.

Hasta aquí los datos técnicos. A partir de ahora, las sensaciones.

La fotografía de planos íntimos, cercanos, de situación y una cuidada y matizada luz hacen las maravillas ópticas del espectador que, acompañadas por la maravillosa música de Paco Ortega, convierte cada escena conjunta en un festival de sensaciones.

Hasta aquí, la parte positiva.

Lamentablemente, el guión deja tanto que desear como sus protagonistas, quienes han decidido que vomitar la declamación es mejor que ser naturales a la hora de comunicarse. Por su parte, el guión trasluce y repite frases manidas, facilonas, de filosofía de librillo de auto ayuda y de carente cultura, menos mal, que ante tal despliegue no se ha cruzado la frontera de las palabras malsonantes.

Otro punto interesante a destacar son las incongruencias que acontecen en la imagen donde diferentes jóvenes muy bien elegidos en casting: guapos y atractivos, dedican su mucho tiempo libre a divagar y cavilar desde sus grandes, amplios y bien decorados apartamentos del centro. Ahora bien, en ningún momento se explica cómo los pagan, a qué se dedican o qué hay de realidad en sus caros y bien pensados estilismos, pisos de lujo, ocio y gusto gourmet por buenos restaurantes y pastelerías. Además, llama la atención que el contrapunto a este momento de ego bloggers que se ha marcado Menkes, sea el hecho de que todos sus participantes usen móviles antediluvianos, de esos sin internet, con tapita, teclas y una pantalla pequeñita. Puede que el director haya decidido unirse de esta manera al movimiento slow…

Hasta aquí todo lo que puedo decir de esta película o al menos, todo lo que puedo decir sin echarme a reír a carcajadas como el resto de la sala en su preestreno. ¡Miento! Sólo una cosa más: El trabajo de un periodista habla de la sinceridad, de la conciencia y de la verdad. El hecho de utilizar la argucia dramática de un periodista sin escrúpulos que se hace pasar por tal o cuál para vender su exclusiva es un cliché que se quedó en el Hollywood de los años ’80. Abrir los ojos a la realidad es más sencillo y productivo que crear un entramado que cojea se mire por donde se mire.

No puedo recomendarla más que en clave de humor. Lo siento.