Dado a conocer como el Restaurante Latino en Madrid, La Candelita es uno de esos sitios con encanto, emplazado en plena Calle Barquillo, capaz de transportar a sus comensales al mundo criollo de colonos, turistas y foráneos de América Latina a través de su decoración a cargo de Nacho García Vinuesa y sus sabores tropicales y globales.
Jugoso, delicioso y muy sabroso. Con esta denominación general, los platos de La Candelita, se degustan uno a uno en sabores contundentes y dulzones, en esa mezcla perfecta de lo salado y lo dulce creando sensaciones potentes y agradables a su vez con raciones importantes y precios competitivos y saludables.
Una cocina sensata y con mucha historia que habla del devenir de los siglos, las tradiciones caseras y la mezcla intercultural.
Compartiendo menú con Verónica Mauro, socia fundadora y bajo las atentas explicaciones del apasionado chef José Zapata, es posible conocer un universo que nace de una apuesta común por la apertura socio cultural fusionando tendencias y creando una amplia oferta de productos que dar a conocer a un público exigente y de calidad.
Con un menú compuesto por alimentos naturales y sin congelar, se despliega una carta variopinta en la que hasta sus variados cócteles están hechos a base de pulpa natural y almíbar, como éste de la fotografía a base de fruta de la pasión, ron añejo y jengibre natural.
Bajo el nombre: La Candelita, estilo libre latino, la carta ofrece diferentes posibilidades desde los aperitivos hasta los postres.
Para abrir boca, degustamos una crema de coliflor y pera dulce y envolvente junto a la salsa de mojito de ajo, perejil y cilantro .
Para conocer mejor su cocina, el completo menú degustación nos deja ver de primera mano sus diferentes ceviches creando diferentes texturas y composiciones: el suculento de pescado blanco marinado en zumo de lima, leche de coco y ají amarillo acompañado de batata; el de langostino troceado en zumo de lima, zumo de naranja y ají rocoto; y el ceviche estrella de la casa: El Tiradito Candelita de pescado blanco del día marinado en salsa de ají amarillo, lima y mango con un toque de cilantro fresco. Un plato muy caribeño para probar de forma global mezclando los diferentes sabores ya que las chips envuelven el picante creando una sensación cremosa.
Continuamos con las masas, muy típicas de la cocina venezolana y que llenan la mesa de un aroma a masa de maíz.
Su perfecta fritura consigue que su textura nada grasienta cruja en cada bocado y que cada empanadilla sea consistente y firme en su totalidad.
Entre las arepas de pollo, ropa vieja, jamón de cerdo y queso guayanés, el dedo de queso blanco y la empanada de carne que mezcla el dulce y el salado de forma natural, la más representativa es el dominó, una empanadilla rellena de frijoles negros bañada en papelón, caña de azúcar, que preparan ellos mismos.
Los platos principales son, de la misma manera, sorprendentes y completos, presentados bajo un diseño sencillo pero cuidado que engloba toda su cocina.
El pescado frito con tostones de chips de plátano en crujientes cubitos de carne de merluza en harina de maíz apto para celiacos habla de la tradición marinera venezolana. Otra opción es la ropa vieja, un asado negro quemado en papelón con puré de patata o la deliciosa ropa vieja del Pabellón Criollo. Un plato imprescindible presentado en una pirámide de sabor: bajo una cama de plátano frito aportando dulzura, se encuentra la carne de buey guisada y deshebrada y después los frijoles negros que se asientan sobre una cama de arroz blanco.
Para terminar, a elegir entre otros manjares, la tarta de tres leches, canela y ron o el vasito de tarta de queso criolla, una crema de queso salado bajo una cama de crumble de galleta y sobre jalea de almíbar de guayaba. Una delicatessen.
Una cocina contundente, dulce, alegre y muy segura de sí misma, que merece la pena disfrutar.