Ginebra, sede de la ONU, es además una de las ciudades con mayor número de museos dedicados a los relojes que existe. No es de extrañar al estar enclavada en el país relojero por excelencia: Suiza.
Así, el visitante no puede dejar de visitar Le Musée du Temps en la Cité du Temps en el Pont de la Machine que cruza el río Rhone y en el que el grupo Swatch, además de haber instalado un restaurante de cool cuisine en el que la decoración imita a los mejores garitos parisinos, donde lo casual se mezcla con lo último en diseño, expone, además de las obras de los últimos artistas con vistas al río, sus mejores creaciones desde 1984 por riguroso orden cronológico.
Y de lo más moderno a la máxima tradición.
Otro de los Museos del Tiempo más importantes de la ciudad más espirituosa, es el de la firma de alta gama Patek Philippe, situado en la Rue des Vieux Grenadier, muy cerca de la Place du cirque y del Plaine de Plainpalais.
El basto palacio, alberga cuatro plantas con las joyas de la corona de la firma desde el siglo XVI a nuestros días.
Un legado de 500 años que alberga obras de arte, relojes de bolsillo, piezas pertenecientes a los monarcas más influyentes. Historia de mujeres, de hombres, de economías florecientes, de arte y cultura, de tendencias y moda. Una evolución humana contada a base de piezas que han marcado el tiempo a lo largo de los siglos parados para siempre en un momento, un lugar al que regresar con sólo observarlos.
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