Fotografía y Texto por Rocío Pastor Eugenio.
Fotografía 100% libre de retoque digital. Como siempre aquí, en WOMANWORD
Para una persona que tiene miedo montar un caballo es un paso importante, para ello, se selecciona un caballo en relación de peso y altura a la persona en cuestión para que éste no se haga daño y para que la persona no tenga miedo.
El caballo deberá tener buen carácter y realizará movimientos lentos, precisos y tranquilos, mientras que el humano debe sentirse confiado, en actitud firme, siempre hacia delante, sin dudas y obediente al profesor en todo momento.
Los elementos que debemos conocer a la hora de montar a caballo son: la cincha, que es el cinturón que ata la silla de montar y siempre se cierra al lado izquierdo del caballo; la cabezada con hierro, que sujeta la cabeza y las riendas con las que dirigir al animal y que no molesta ya que en los lados a los que va colocado, el caballo carece de dientes, ya que sólo cuenta con incisivos y molares; los estribos que son utilizados para subirse a la silla y que fueron ideados por los soldados para dormir sobre el caballo. Una vez en la monta, éstos sólo se utilizarán poniendo la punta del pie en ellos para ayudar al movimiento pendular del trote.
Seguridad, templanza, confianza y respeto.
El cariño y la dedicación con que los profesores imparten las clases y la docilidad de los animales colaboran en crear un todo armónico de seguridad y convivencia. No es de extrañar que la equinoterapia que practican obtenga resultados maravillosos. En ella, ayudan a personas con miedo y personas con deficiencias a relacionarse y a colaborar sintiéndose libres, sintiéndose bien con su entorno y conviviendo, siendo uno con el caballo.
Para quienes tienen miedo o están en iniciación, se eligen caballos mansos que no realicen movimientos bruscos.
Para empezar, tras realizar el habitual aseo del caballo, como vimos en el artículo anterior, se pasa a ponerle la silla ajustando los estribos al largo de la mano a la axila y las riendas.
Después, se accede a las pistas de entrenamiento, donde Bárbara nos espera inflexible y cariñosa. Esa es su política: el refuerzo positivo, la suavidad y la firmeza.
Así, una no puede desarrollar un sólo pensamiento negativo y sus órdenes se vuelven todo lo que una debe pensar. “Pon el pie en el estribo izquierdo, cógete a la silla y sube”. Una vez arriba, nos cogemos a la silla, poniendo ambas punteras en los estribos, talón hacia abajo, espalda recta y cuerpo relajado.
Se comienza con un suave paseo y describiendo círculos alrededor se comienza el paso. Enérgica y desde la confianza y el aplauso nuestra profesora describe os primeros ejercicios: “Cuerpo recto, siéntate más hacia delante, ahora pon las manos en los muslos, ahora inclínate y toca las orejas al caballo, ahora la cola, ahora tócate un pie y luego el otro…”. Con estos ejercicios casi circenses y nada complicados cuando se vence el miedo, el cuerpo entra en sintonía con el caballo, se entiende el movimiento y se encuentra el equilibrio. Es muy importante dejarse llevar y relajarse, concentrarse en la naturalidad que todo ello engloba y hacerlo.
Después, conseguir el equilibrio paso a paso es lo importante. Ahora, piernas flexionadas, nos ponemos de pie y comenzamos a mantener el equilibrio en movimiento. Después trotaremos y aprenderemos a ponernos de pie y a sentarnos llevando el ritmo en armonía con el trote del caballo: “Uno, dos… uno, dos…”. El cuerpo nota este nuevo ejercicio, desconocido para él y la naturalidad obra el milagro. Los abductores, el trasero y los abdominales entran en acción y colaboran para mantener el equilibrio, la fuerza y la velocidad, dejándose llevar sobre el caballo, siendo uno.
Para esto, nos agarramos como los antiguos indios, a las crines del caballo, poco a poco la desesperación con la que nos agarramos comienza a evadirse y las manos se aflojan hasta conseguir trotar en movimiento con los puños cerrados en la cruz del caballo. Es el equilibrio completo y lo que nos permitirá montar sin cuerda, libres, sujetando las riendas por nosotros mimos.
Eso será en la siguiente clase. Poco a poco, paso a paso, adquiriendo confianza en uno mismo y sintiéndose capaz y libre. No te pierdas el artículo de mañana.
Es algo precioso, el cariño del animal y la complicidad creada en un ambiente natural. Dos seres vivos que aprenden a conocerse y a entenderse sin palabras.
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3 comentarios
Me parecen preciosos tus reportajes
que chulo, me encanta
monta con cuerda sin cuerda estoda una experiencia. Me parece interesantisimo, nunca he montado a caballo, me da mucho respeto, pero lo haces tan natural que tiene sentido. Muchas gracias por tus articulos