Recién llegada de la Ópera de París acudo al estreno de Wozzeck, de Alban Berg, con la puesta en escena de Christoph Marthaler junto a la dirección musical de Sylvain Cambreling inundando el Teatro Real de Madrid con sus tonos imposibles y su historia apasionada.
Y es que ésta ópera en tres actos está basada en el drama de George Büchner titulado: Woyzeck.
Ha viajado desde la ópera de París para encarnar esta historia acompañada por el Coro Intermezzo y la Orquesta Sinfónica de Madrid.
En ella, se da una circunstancia pocas veces acontecida en la ópera, que el proletario se torne protagonista en sus miserias y grandezas. Un anti-héroe tratando de abrirse camino en un mundo despiadado bajo la opresión del hombre por el hombre en un mundo de roles y clases sociales, de cárceles imaginadas representadas entre prodigiosas voces y descorazonadoras armonías.
Como ya viésemos en la obra de teatro, la furia, los vicios, la inocencia, el estudio y la perversión se dan cita en una inteligente propuesta que analiza quienes somos, un cara y cruz de una misma moneda. Oscuridad y luz. Claridad y sombras. Razón y bestias. Esto es, según Woyzeck, el ser humano.
Muy recomendable.
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