– El Otoño Alemán, de Eugenia Rico.
“Es lo único que les interesa: la historia y la cultura / Mejor las historias y la cultura que las hamburguesas y las tragaperras”.
Una historia en la que el Erasmus, Europa, las clases sociales, los trenes y el color se alternan en un blanco y negro con un final inesperado y sobrecogedor.
Premio XXXVIII de Novela Ateneo de Sevilla.
– Memorias de un loco, de Gustave Flaubert.
Una lectura imprescindible. Meticulosa, sensible, crítica, humana, certera… una búsqueda meticulosa de la palabra exacta.
“A ti, querido Alfred, te dedico y te doy estas páginas. Encierran un alma entera. ¿Acaso la mía?, ¿o la de otro?”.
– Opiniones de un payaso, de Heinrich Böll.
Mi libro favorito, predilecto.
Qué decir más que “sólo soy un payaso y colecciono momentos”.
– El lobo estepario, de Hermann Hesse.
Un juego en el que el tiempo se paraliza, fluye en espiral y muestra otras realidades dentro de un mismo ser.
“Allí estaba el viejo Goethe, pequeño y muy tiesecillo, y tenía, en efecto, una gran placa de condecoración sobre su pecho clásico. Aún parecía que estaba gobernando, que seguía constantemente recibiendo audiencias y controlando el mundo desde su museo de Weimar. Pues apenas me hubo visto, me saludó con un rápido movimiento de cabeza, lo mismo que un viejo cuervo, y habló solemnemente: ¿De modo que vosotros la gente joven estáis bien poco conformes con nosotros y con nuestros afanes?”.