Gael García Bernal: “Tenemos una libertad de expresión que ejercer y defender”

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Fotografía y Texto por Rocío Pastor Eugenio.

Fotografía 100% libre de retoque digital. Como siempre aquí, en WOMANWORD.

Ante una sola pregunta, un todo como respuesta. Así es Gael García Bernal, agradable, sincero, inteligente, concienciado  y directo.

Fotografía de/ por Rocío Pastor Eugenio. WOMANWORD

Fotografía de/ por Rocío Pastor Eugenio. WOMANWORD

“Para nosotros estar en Madrid es la parte más disfrutable de la gira, no sólo porque es nuestro idioma sino que ustedes entienden mucho más la realidad latinoamericana. Estamos muy agradecidos de que exista esta tensión con la película y de poder estar aquí. En vista a los Oscar, hay mucho amor para NO y esperamos que se mantenga”.

Lo primero que hace es agradecer el sol tras su tour europeo con la película: Londres, Berlín, París… y la presencia de los medios para dar a conocer su trabajo. Después, sus valores se imponen y la claridad evoca respuestas claras y sinceras, que alzan la voz sin miedo.

Así, con frases como: “El mundo entero quiere conseguir que la democracia se limpie de todos esos aspectos que la pervirtieron” o “Siento que las cosas pueden cambiar con mi voto”, llegan sus declaraciones…

Además de la trascendencia actual que puede tener la película, no es coincidencia que en todas partes del mundo exista esa reflexión o esa crítica entorno a la democracia. En todas partes, siempre hay una historia que nos dicen: “esta película trata sobre lo que está viviendo mi país”. Gente de Camboya nos ha dicho: “en nuestro país aún tenemos a un Pinochet en el poder”. Esto es lo que convierte en trascendental la película. O en el caso de Alemania, que también tuvieron un proceso, poco después de la caída del muro de Berlín, en el que la película adquiere una relevancia tremenda, también por ese proceso de reconciliación y por que incita a hacer preguntas muy pertinentes: ¿Dónde estamos parados ahora?,  entorno a nuestra relación con la democracia, en torno a la falta de justicia social y queriendo, el mundo entero, el mundo entero, perfeccionar y conseguir que la democracia se limpie de todos esos aspectos que la pervirtieron en la última parte del Siglo XX y principios de éste. Queremos volver a una especie de sensación legítima, de participación legítima con la democracia.

NO es una película política, así que creo que a todos los políticos les interesaría mucho verla, ¿no? Trata de lo que sucede tras las bambalinas, la maquinación, la manipulación, las campañas publicitarias y en este caso en un movimiento que tenía muy pocas posibilidades de lograr un alcance mayúsculo. Necesitaban crear una campaña que hiciese honor a la gran idea del movimiento del NO, de la oposición a Pinochet.

Más allá de gastar el tiempo pensando qué ha cambiado, mejorado o empeorado PRI (Partido Revolucionario Institucional), ahora que está de vuelta en México, más allá de eso, creo que la sociedad mexicana y por ende, la latinoamericana, ha evolucionado muchísimo, sobre todo en el discurso político que es mucho más sofisticado que la gran mayoría del discurso político institucional.

Vivimos un momento en Latinoamérica en el que nos es difícil pensar que vuelvan a existir estos regímenes absolutistas, por suerte. Creo que estamos en un momento en el que sentimos que podemos cambiar las cosas por nuestra participación.  Yo, la primera vez que vote fue cuando ganó Cuauhtémoc Cárdenas en el Distrito Federal y sentí que las cosas podían cambiar con mi voto, somos una generación que afortunadamente, en Latinoamérica, sentimos que nuestro voto cuenta y contamos con una libertad de expresión, aunque no en su totalidad y no para todos, pero creo que a diferencia de lo que se vivía en el ’88, definitivamente tenemos una libertad de expresión que ejercer y defender. Esta en nosotros la repuesta.

Confío mucho en que la sociedad latinoamericana no permita que esto vuelva a suceder y sobre todo, para hacer las preguntas terribles que son, entre ellas, el señalar la justicia que no llegó, ya que, a fin de cuentas, Pinochet nunca fue juzgado ni encarcelado y ahí tenemos aún una llaga abierta.

Lo interesante es la vuelta positiva que se le ha dado a ese “NO”, es el No más. La película misma es una campaña contra todo lo que vivimos ahora. Hay una sensación directa de no más impunidad, quizás… no más corrupción, quizás…

Es muy interesante decir que muchas personas que participaron en la campaña del NO, en la vida real, han participado en la película poniéndose en la piel de sus enemigos, entre ellos, Eugenio García y José Manuel Salcedo, principales protagonistas, aparecen en la pantalla como sus antagonistas, los defensores del Sí. Hay un ejercicio muy interesante que hizo Pablo Larraín, de incluir esta realidad, esta reconciliación personal con la historia. Si antes su enemigo acérrimo, su némesis era aquel que llevaba la chapita del sí, ahora ellos se la han tenido que poner. Habla de un ejercicio de empatía emocional, de reconciliación con uno mismo, con todo lo que pasó. Esto abre nuevas posibilidades, tal vez, de una reconciliación más trascendental.

Háblame Gael, de cómo es interpretar a un personaje tan fuerte, tan comprometido, tan complicado…

(Sonríe) Ok. La misma pregunta he tenido pero no con esa visión de compromiso, me han preguntado cómo me he sentido al interpretar a un personaje “cínico y poco político” y bueno… qué bueno que le des ese matiz porque es verdad. Mira, hay muchas claves para el personaje, nosotros partíamos de conclusiones instintivas, de una especie de impulso a lo que sentíamos que estaba bien o que funcionaba hacía este parangón gris, menos definido, ¿y por qué así? Porque a fin de cuentas, la naturaleza humana es así, además, está lidiando con una situación de un proceso democrático que no es blanco y negro, bueno… el referéndum sí era así, era “sí” o “no”, pero el proceso para llegar a eso es ahondar en todas las zonas grises y eliminar el discurso único.

Entonces, el personaje viene con una carga, que esa es una de los hallazgo que al principio yo no entendí lo importante que llegaría a ser  como disparador emocional y pilar del personaje, es el hecho de ser exiliado que le da una dimensión de extranjero en su propia tierra y tiene una narrativa distinta  a lo que es la vuelta a la justicia, el derrocar a Pinochet y lo que va a significar. Y esto, no fue una decisión arbitraria.

Muchas de las experiencias y testimonios que yo tuve de joven con exiliados y que recibimos de exiliados chilenos, que nacieron en Chile, crecieron en otro lado y volvían por primera vez, tenían asumido que el país del que venían no era su país, pero justamente lo que disparaban era una especie de reconciliación a largo plazo, no venían de vuelta ni con venganza ni con odio y bueno, justamente la campaña del NO, lo que traía era sin odio, sin violencia, vota “No”.

El personaje justamente ejemplifica eso y de ahí su compromiso, no para de participar en la campaña del NO, de hecho, al principio cuestiona su participación por ser político precisamente y decir, no quiero darle la legitimidad a Pinochet y que en el caso que pierda, lo que sucedió, él se va a retirar entregando la banda presidencial y diciendo que es un demócrata, ¿no? De ahí que sea parte de lo que se ha criticado, o sea, más allá de que ganase o perdiera, el tipo iba a quedar como un demócrata y mucha gente no le quería hacer ese juego.

Y la otra razón era muy legítima y era algo que todo el mundo pensaba en esa época es que esta elección iba a ser totalmente arreglada, era un plebiscito hecho por una dictadura, a la medida, tenían todos los recursos a su alcance y eligieron la palabra “Sí”. Mientras que ellos tenían la palabra “No” y tenían que luchar contra eso, con pocos recursos y trabajando en la sombra…

Entonces, una vez que empieza a trabajar en el NO, le sucede, lo que le sucedió a muchos de ellos y es que vieron a través de la mucha labor política que se hizo y de estudios sociológicos, que vieron que debían realizar un salto cuantitativo que cambiase la emoción de un país, el sentimiento de desesperanza a uno optimista y que mostrase que la alegría iba a existir en el momento en que Pinochet estuviese fuera y ese era el triunfo contundente en el que no podían argumentar nada en contra. Sus únicos argumentos sólo podían ser y fueron de más odio: “Yo o el caos”, decían.

Esta narrativa que trajo el afán reconciliatorio y el hartazgo por tanta violencia y por tantas familias divididas, era superior a lo que Pinochet y toda su bancada podían argumentar y por eso creo que el personaje tiene esa dimensión tan interesante y ese poder.

Bueno, por más que René Saavedra no existió, pero todos los que participaron en el NO, yo les veo como auténticos héroes de la democracia. Yo creo que la película no habla del poder de la publicidad sino del poder de la democracia.

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