Nacho Montes para WOMANWORD

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Las efímeras camelias

No entiendo a veces este mundo crudo y frívolo de la moda donde cuando todo va bien es opulento y protector y cuando la vida se tuerce es esquivo y cobarde. Me disgusta esta dicotomía, como me disgustaba de niño que los diferentes fuesen los aislados del mundo. Los raros.

Hace tan sólo 10 años Manuel Mota era aquel maestro exquisito que cosía flores en las colas y en los cuerpos de aquellos vestidos que parecían sueños. Entonces la vida le sonreía, aparentemente, y el mundo de la moda se rendía a sus pies para oler el dulzón perfume de esas flores que prometían triunfos eternos.

Hoy, pocos días después de su muerte, trágica, fría, desgarradora, despiadada, injusta, ese mismo mundo que se agachaba ante tus manos de orfebre para esnifar el perfume de sus camelias, se esconde detrás de la esquina de la cobardía. Nadie habla, nadie grita qué ha pasado, nadie tiende una cálida mano para decirle al mundo que hemos perdido a aquel joven maestro que nos hacía soñar.

A menudo, cuando las primaveras se marchitan, me doy cuenta de lo efímeras que son las camelias de la vida. Pero también de lo eternos que son los recuerdos de sus perfumes.

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