Paolo Taviani: “Seguiré diciendo acción hasta que mi cerebro dimita”

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Fotografía y Texto por Rocío Pastor Eugenio.

Fotografía 100% libre de retoque digital. Como siempre aquí, en WOMANWORD.

Durante el ciclo de cine Italiano de Madrid, Paolo Taviani presentó su última apuesta:  César debe morir y además, recogió el premio honorífico a toda una carrera.

Paolo Taviani. Fotografía por/ de Rocío Pastor Eugenio. WOMANWORD

Despacio y sonriente, Paolo pasa del photocall a la rueda de prensa. Pausado y paciente, explica de forma detallada cada pregunta haciendo chascarillos, bromas inteligentes y dejando ver su pasión por el cine, su inteligencia, locuacidad y bondad, con cada palabra.

“Aunque la situación económica no nos pone las cosas fáciles, tenemos muy pocos medios, trabajamos mucho y con mucha fantasía. El cine necesita creatividad, trabajar con mi hermano hace que aportemos visiones diferentes. El cine americano es un claro ejemplo, en cada película intervienen muchos profesionales lo cual aporta frescura”.

En relación a la película, sus planos, los actores y la situación, Paolo asegura que los actores han puesto en la interpretación su “terrible” experiencia de vida: “Todo lo que sucede en la película es real, había momentos incómodos, como pedirles que sintiesen el furor del homicidio en la escena del asesinato del César, sin darnos cuenta de que algunos de ellos eran asesinos. Ellos nos dieron una lección cuando nos dijeron: Tranquilos, para nosotros es una forma de sacar fuera la parte más trágica de nuestra existencia. La fuerza de sus vidas hace que en ciertos momentos la interpretación desaparezca y sean sus propias palabras las que copan la escena, como cuando Bruto dice a César, tras asesinarlo: “Yo lo amaba”, y esto era parte de su propia vida, de su propia experiencia. Uno de los presos, escribió una carta a su esposa en la que decía: Querida, Luisa. En una semana te ruego vengas a verme interpretar porque mientras actúo, creo que puedo ser perdonado. Esta película, les ha dado la oportunidad de perdonarse y ser perdonados. Dos de los actores han escrito libros, y un tercero, condenado a 16 años, ha salido en amnistía y ahora promociona la película junto a Vittorio y a mí, siempre nos llama para preguntarnos si es la misma persona que era en la cárcel o si está viviendo un sueño”.

Luego, añade una anécdota en la que un actor italiano, tras verla película, le dijo que pensaba comprar una pistola y asesinar a alguien para poder ir a la cárcel y así, aprender a interpretar como los presos que acababa de ver.

Y es que, según identifica Paolo, los hombres de honor de la mafia napolitana, también existen en el mundo de Shakespeare creando así, una coincidencia. Este es uno de los hechos fundamentales que ha permitido que los diferentes dialectos se mezclen durante la película, aportando una carga real y atemporal, entre la obra de teatro del pasado y la realidad actual.

“No se puede hablar de redención. Es una palabra enorme, pero el teatro ayuda a vivir y a que los presos tomen conciencia de sí mismos. Las cárceles italianas son de las peores de Europa. Hay muchos suicidios, sobre todo de inmigrantes y las celdas están abarrotadas, pero aún así, se da un fenómeno precioso y es que, en todas ellas se hace teatro. Los italianos-bromea- somos unos payasos, somos hijos de la comedia del arte y, hacer teatro, forma parte de nuestra naturaleza”.

“Los rostros y la localización formaban un todo, así, en un set del absurdo, entre celdas y oscuridad, decidimos rodar en blanco y negro, para cubrir esa necesidad creativa y crear un flashback mediante una violencia contra la  realidad en color. En blanco y negro, la intuición, el sentimiento y el tiempo nacen”.

Toda una vida dedicada al cine que asegura, es el motor de su vida y sin el cual no concibe su existencia: “Tenemos 163 años entre mi hermano y yo. Seguiré diciendo acción hasta que mi cerebro dimita. El cine significa todo para mí, también está el amor, el amor en todos los sentidos. El cine forma parte de ese amor, por lo que no concibo la vida sin trabajar”.

Y como despedida, puntualiza: “Nos vemos en la próxima película”.

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