Fotografía y Texto por Rocío Pastor Eugenio.
Fotografía 100% libre de retoque digital. Como siempre aquí, en WOMANWORD.
Reír como si tuviese 15 años en compañía de esas amigas que conozco hace más de 10 años y empezar a ver en ellas los símbolos del paso del tiempo en arrugas que rasgan sus ojos y surcan sus labios.
El tiempo pasa y es inevitable. Pasa por nuestros rostros, por nuestros cuerpos pero, ¿qué hay de nuestras vidas? Cerca de la treintena muchas aún viven con sus padres, ninguna tiene una relación estable ni un trabajo que las permita llegar a fin de mes con tranquilidad. Sus Curriculums Vitae, su formación y su experiencia ocupan más de 2 hojas y cabizbajas aún piensan en un futuro intentando no caer en que ya están en él.
Familia, hijos… son palabras que les suenan, guiones para comedias románticas en las que Jennifer Aniston aún no se decide a ir a por la parejita a pesar de pasar la barrera de los 40.
En un mundo sin fronteras, en el que la edad se alarga y las etapas también, en una sociedad que te atrapa en los quince años, a pesar de tener el doble y que ahoga en consumismo las críticas políticas, económicas y el estrés provocado por la ausencia de posibilidad, ¿qué opción hay de ser otra cosa que un Peter Pan condenado?
4 comentarios
Breve y conciso, me encanta!
Cuando las etapas nos ahogan y no nos dejan posibilidad alguna, es cuando hay que recurrir, como un niño a los sueños, y sobre todo a la imaginación para crear esos mundos que antes no veíamos, esas opciones que están ahí y así aprovechar para despertar y ver la realidad que nos tapa nuestra conformista etapa adulta.
Un beso
Es difícil, conservar la cordura y pensar en que has hecho bien en formarte y crecer como persona cuando la realidad no te acompaña. Tal vez seamos tan sólo unos torpes soñadores……
Nos piden optimismo, nos piden esperanza, nos piden confianza. ¿Qué nos dan a cambio? La condena de vivir en un país donde el desarrollo profesional esta evocado al fracaso y el personal a la subsistencia.
Es triste observar que a veces, dos facetas de una misma vida evolucionan en direcciones diametralmente opuestas.
Tengo 30 años y soy Peter Pan desde que tengo uso de razón. El avance del tiempo y sus señales me deprimían, y me generaban un deseo irrefrenable de volar al País de NuncaJamás. El descubrimiento de las pequeñas arrugas en amigos y amigas de las que hablas no hacían sino ahondar la desazón que me embargaba por el inexorable paso del tiempo, por los cambios inevitables.
Sigo siendo Peter Pan, pero ya no le temo a esos pequeños indicios de la edad. Cada pliegue de nuestra piel ha pasado a ser una vivencia más, buena o mala, que nos ha convertido en lo que somos.
Sigo siendo Peter Pan, y lo que más miedo me da es seguir viviendo en este País de NuncaJamás que es la sociedad que hemos construido.
Sigo siendo Peter Pan, y me pregunto dónde estará la varita que convertirá mi CV de dos páginas en algo útil…..¿quién tiene los polvos mágicos que fabricarán realidades con nuestros pensamientos felices…?