El Brujo: Cómico

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Fotografía y Texto por Rocío Pastor Eugenio.

Fotografía 100% libre de retoque digital. Como siempre aquí, en WOMANWORD.

Teatro Alcázar. Escenario de El Brujo. Fotografía por/ de Rocío Pastor Eugenio. WOMANWORD

Teatro Alcázar. Escenario de El Brujo. Fotografía por/ de Rocío Pastor Eugenio. WOMANWORD

La trayectoria de Rafael Álvarez sobre las tablas abarca una cultura y un saber único. Sus últimos años en el Teatro Alcázar o Teatro Cofidis, de Madrid, han potenciado su fama y son muchos los fieles que de nuevo, con su nuevo espectáculo, peregrinan como cada año a ésta sala para oír todo lo que éste cómico tiene que decir.

De esta forma, combina la cultura más elevada, la literatura, el teatro clásico, el lenguaje cuidado, la mente ágil, el humor refinado y sutil y la poesía más elevada con el día a día, la actualidad, anécdotas, política, chascarillos y humor absurdo dejando claro que la cultura y la razón propia a todos incumbe y la muestra así, accesible, apetecible y agradable en un intento por que la cultura inunde la sala, las mentes y las almas de quienes sobre sus butacas, boca abierta, mirada fija y constante, le siguen por el escenario caídos en el embrujo de El Brujo, quien con su nuevo espectáculo, demuestra sin parangón que ser Cómico es sobre todo, ser humano.

Sobre la escena, una simple silla basta y hasta estorba. Rafael llena el espacio y lo hace propio con tal determinación que tanto él como quien le observa, se siente en su casa o en una tertulia con un amigo de toda la vida, cargado de historias interesantes que contar, las cuáles, hiladas de manera precisa aunque en apariencia espontánea, sumergen en un universo conceptual palpitante, su universo.

Su ternura, su personalidad, su cercanía, su sentido del humor, su gracia, su naturalidad y su mezcla entre lo más elevado y la calle aderezado con un intelecto sagaz, una actitud observadora, analítica e irónica ante la vida  convierten su espectáculo en un reflejo de sí mismo, cuya mejor descripción sería una sonrisa perenne.

Y citando uno de los muchos pasajes que interpreta desde la comedia, el clasicismo y el análisis aludiendo a la razón en tiempos actuales, dice: “que extraño es el mundo, que para que los hombres te escuchen con atención, es necesario hablar a los pájaros”.

Una invitación a la reflexión, al análisis de cada vivencia y al teatro en un canto a la cultura y al pensamiento crítico que desde la risa, inocula la esencia del ser.

Mi crítica: Inmejorable.

 

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1 comentario

  1. María Serrano on

    Un espectáculo ingenioso y austero en la decoración y la iluminación,donde El Brujo llena el escenario tan sólo con el peso de su presencia. Hábil, ácido y a la vez que crítico, aunque siempre elegante, El Brujo consigue durante hora y media cautivar a un público, más maduro que joven, mediante una modulación de una voz espectacular. La voz, la mejor herramienta usada por el actor para trasladar los contenidos de la obra, muy por encima de su expresión corporal. Este elemento, sin embargo, cobra tambien protagonismo cuando recita fragmentos de clásicos como Quevedo. Una obra de humor, en el que a veces consigue sacar una sonrisa al público con la critica a la situación actual, con reflexiones de la vida y con estúpidas expresiones, que en algunos momentos se alargan, para mi gusto, demasiado en el tiempo. Lo mejor su memoria,la rapidez mental, y low cultismos usados para acercar lo clásico al momento actual. Lo peor, el recreo en chistes fáciles y humor, a veces, absurdo.

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