El Cavernícola

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En la puerta, un cavernícola gigante da la bienvenida a los asistentes. Están a punto de entrar en un mundo de historia en el que conocer las formas de vivir, la cultura y las maneras de hombre y mujeres de otra época, de la primera época y cuyas formas de vivir han trascendido a la actualidad. Conoce a los hombres y mujeres de Nancho Novo en: El Cavernícola.

Escrita por Rob Becker, estrenada en 1.991 y ganadora del Premio Laurence Olivier al mejor monólogo ha recorrido 30 países dejando con la boca abierta a quienes han podido asistir a su representación.

Su furor es tal que en Nueva York, el ex alcalde Guiliani proclamó el 18 de junio de 1996 “el día del cavernícola” y no contento con eso, rebautizó la calle West 44th Street como: “Caveman way”.

Ahora, comienza su cuarta temporada en el Teatro Fígaro de Madrid, superando las más de 1.000 funciones.

Como protagonista bajo las órdenes de  Marcus von Wachtel, Nancho Novo, quien dejó la carrera de medicina para curar con risas a los miles de espectadores que con él y gracias a él, encuentran sin darse cuenta, el punto de unión entre el individuo que la sociedad capitalista aísla y ese ser humano que años atrás ya luchó por abrirse paso en una sociedad en la que cómo él mismo explica, honoraba, honraba y respetaba a todos sus miembros sin distinción.

Puntos equidistantes cuya distancia parece insalvable unidos mediante el puente del humor en feliz concordia bajo las premisas de entendimiento mutuo y sobre todo, respeto.

Nancho, “acompañado” por su amada Iria bajo sus ejemplos e imitación, cuenta sin parangón las diferentes formas de vivir, de expresión, de cultura y hasta las diferentes costumbres de hombre y mujeres. Sus diferentes sensibilidades, sentimientos y amistades. Todo, partiendo desde el punto de partida en el que hombres y mujeres no son ni más ni menos que seres humanos diferentes nacidos para convivir en armonía.

Sin duda, bajo un ritmo constante, momentos de improvisación, ironía, crecimiento, cercanía, análisis y proyecciones, se presenta la solución perfecta contra los prejuicios y las peleas: La objetividad.

El desparpajo, la picardía y hasta la inocencia de Nancho, unidas a su voz grave, a la calidad escénica y a lo cómodo que este actor se siente sobre las tablas, sin contar, por supuesto con el sobresaliente monólogo, crean el espacio perfecto en el que incidir sobre el subconsciente consciente de los espectadores que entre susurrados “es verdad”, codazos, palmas, sonrisas y risotadas, comprenden que la convivencia es posible si se parte desde el cariño y la admiración mutua.

Somos diferentes, pero complementarios y para convivir en este punto en el que el respeto se reduce, una mirada atrás romántica y divertida como la que presenta El Cavernícola, se torna necesario y agradable.

Una obra sobre el amor, el ser humano y la convivencia que muestra al otro más que como un enemigo o un “gilipollas”, como un ser mágico que encumbra nuestro mundo.

El detalle estrella

Tras ver la obra, parece imposible no observar a las parejas que nos rodean para ver su comportamiento, analizándolo con mismas claves presentadas por El Cavernícola. Lo que ellos no saben es que para que su pareja funcione lo único que tienen que hacer es vivir como auténticos cavernícolas.

Sobra decir

Por otro lado, Nancho proyecta su faceta de cómico, de los escenarios a los libros, así, a la salida de la función pueden encontrarse sus libros a la venta, cuyos beneficios son destinados a la Fundación Síndrome de West con la que colabora. En ella, se ayuda a los niños y niñas que padecen la enfermedad de West.

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