Prejuicios en el vestir y en el pensar

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Por Rocío Pastor Eugenio.

Tras el éxito indecoroso y el acoso encarnecido observado, me he dado cuenta de que aún hoy en día, hay hombres que no saben ser Seres Humanos, por lo que muchas mujeres se ven obligadas a no volver a ponerse una minifalda.

La pérdida de las ganas que puede sentir una mujer de arreglarse para sí misma, quedan relegadas al acoso sufrido por la sociedad de hombres machistas que aún hoy pisa con fuerza en nuestro mundo.

Ir guapa por el metro o por la calle supone miradas, silbidos, aplausos, canciones, choques provocados por las miradas que escrudiñan y giran cabezas aún yendo de la mano de la propia novia…  Una vergüenza y una pérdida de libertad personal ante el comportamiento inhumano de otras supuestas “personas”.

Pero los prejuicios no quedan relegados sólo al ámbito del machismo sino que diferentes grupos sociales o tribus urbanas también rechazan a los demás sólo por el modo en el que van vestidos: “pijos”, “perroflautas”, “fashion”… todos y cada uno de ellos critica a los demás y los mira con sorna y desaprobación, muchos de ellos contradiciendo sus supuestos ideales de igualdad y fraternidad.

Parece necesario el reclamae una evolución necesaria, una renovación de los derechos individuales en los que cada cuál pueda ser libre de pensar y expresarse como estime necesario. Fiel reflejo de ello es la forma en la que nos vestimos. El rechazo a la misma supone el rechazo a la propia personalidad y por tanto, el rechazo a esa persona que tenemos delante y que olvidamos detrás de su fachada inicial.

Es vejatorio e indignante que aún a día de hoy la violencia machista, el acoso y los prejuicios impidan a los seres humanos ser libres y sentirse seguros de poder serlo sin tener que recibir comentarios o miradas que aprueben o reprueben su indumentaria.

Un cambio de mentalidad se hace patente, el problema es que en lugar de avanzar hacia la igualdad y el respeto, vamos cuesta abajo en dirección a la humillación y a la creación de animales irracionales y simplones, en lugar de PERSONAS.

La única solución es el cambio de los comportamientos y el reprobar ese tipo de acciones mediante el diálogo.

Lucha. Evoluciona. Crece.

La sociedad sólo puede cambiar con el esfuerzo conjunto de cada uno de sus integrantes y tú eres uno de ell@s.

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Con H de Humano

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2 comentarios

  1. flor silvestre on

    Es verdad, por suerte o por desgracia a mi me miran mucho cuando voy por la calle, ésto me cohibe porque parece que estoy en un escaparate, pero lo que más me molesta es que te achacan la personalidad de cómo vas vestida y no tiene porque ser así pues yo me visto cada día como me siento al levantarme, un poco como me da la gana y mi personalidad no cambia. Si veo a alguien atractivo por la calle, me alegra el día pero no le intimido comiéndomelo con los ojos.

  2. Tienes toda la razón. Hay veces en que las miradas son lo de menos y hay que enfrentarse a comentarios humillantes y que no son dignos de un ser humano sólo por llevar un vestido o una falda. Parece que en algunos aspectos hemos involucionado hasta tener miedo en escoger ciertas prendas por los que nos pueda pasar si las llevamos.

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