Por Rocío Pastor Eugenio.
Tras la muerte de Helmut Newton en 2004, realizar una retrospectiva de su obra se tornaba algo necesario e imprescindible. El Grand Palais de París ha sido el escenario elegido para ello.
Nacido en los años ’20, Newton se ha convertido en un exponente esencial de la fotografía de moda. Conciso y concienzudo, en la realización de sus fotografías, la crítica no estaba exenta de valor. Situaciones cotidianas, el desnudo femenino por antonomasia, imágenes recurrentes, sexualidad, erotismo, movimiento, glamour y mucha expresión.
Junto a él, su fiel esposa, la compañera a la que amó y con la que compartió 47 años, Jane Newton, quien rodó para él la película que cuenta sus días y que refleja el alma de un artista que no se dejaba comprar, tanto es así, que a causa de su obra, el mismísimo Vogue le dio la espalda hasta que la publicación cambió de director.
Su fama internacional hace honor a los múltiples lugares en los que el fotógrafo ha habitado: Europa, Australia, Estados Unidos, Tokyo, Moscú… El Vogue, su casa, desde París, Nueva York y Londres.
Aunque el mismo no se consideraba un artista, muchos ponen en duda sus propias palabras: “Some people think photography is an art. Mine is not. It be happen to be exhibited in a gallery or a museum that’s fine. But that’s not why I do them. I am a gun for hire”.
Pero lo cierto es que Helmut veía más allá del objetivo y el resultado de sus fotografías era una incógnita para todos menos para él.
Supo fotografiar la belleza más allá del desnudo e hizo de la fotografía de moda un arte que superó la barrera de lo superficial.
Seguro, conceptual y casi onírico, sus fotografías retratan épocas, formas de vivir, instantáneas, actitudes, poses, diseños e incluso la evolución humana en todos sus ámbitos: económica, social, tecnológica e inteligible.
Movimiento, estatismo, realidad, ficción, sueño, emociones, color, blanco, negro, fantasía, desafío, crítica y espejos deformados en historias atrevidas y conceptuales que captan la naturalidad.
Historias humanas que adjetivizan lo andrógino y hablan sin tapujos y de forma sincera: “Nothing has been retouched, nothing electronically altered. I photographed what I saw”.
El movimiento sadomasoquista y una opinión por encima de cualquier crítica. De la fotografía de moda al retrato de diferentes almas como la de Billy Wilder, Pierre Cardin, Peter Beard, Carolina de Mónaco, Andy Warhol, Salvador Dalí o Catherine Deneuve.
En sus manos, el poder de la fantasía que no busca demostrar nada sino simplemente, hacer sentir, por eso, Helmut se fijaba en los pequeños detalles y plasmaba su esencia en la evolución continua. Un ejemplo es su fijación en la forma en que Gary Cooper colocaba sus manos en las películas dejando ver tras él la luz circulante, elementos que después aplicaba a sus fotografías.
Su idea, siempre clara sobre lo que deseaba obtener deja ver una personalidad tranquila, sosegada en la que la siesta resultaba un factor determinante para conseguir nuevas imágenes que plasmar. La esencia expresa en cada situación.
Su gusto por la ropa de calidad que podía lucir durante años y las playeras siempre blancas denotaban una personalidad clara en la que el trabajo constante dio paso al genio.