Fotografía y texto por Rocío Pastor Eugenio.
Fotografía 100% libre de retoque digital. Como siempre aquí, en WOMANWORD.
En la Rue de Rivoli, frente a los jardines de les Tuileries del Louvre, ante los giros impetuosos de la noria que corona la feria que engalana un verano más París, el Hotel de cinco estrellas, Le Meurice presenta en sus salones renacentistas engalanados en oro y altos espejos, la última colección de alta costura de otoño invierno 2013 de Rami Al Ali.
Así, entre retratos de María Antonieta, las modelos posan, estáticas, inhibidas, cual maniquís de plástico y poliespan. Ausentes, inquietas, cansadas y rígidas muestran desde las 11 de la mañana hasta las 14 horas de la tarde, los diferentes diseños que Al Ali ha preparado.
Sobre un cristal, se colocan, de cuatro en cuatro, de dos en dos, para dar paso en cambios de media en media hora a una sucesión de vestidos joya impresionantes.
Los tejidos de calidades superiores engarzados en oro y swarosvski demuestran una gran profesionalidad ornamental que desarrollan la colección en dos líneas cromáticas: el frambuesa y el nude-oro.
El oro es sin duda el referente de esta colección. Princesas del siglo XXI, muñecas de lujo que lucen impolutas sus vestidos de corte sirena y escotes geométricos.
Con una gran calidad artística, se pintan cuales lienzos el lujo, el savoir faire y la elegancia.
Los vestidos marcan la figura sin oprimirla, realzándola y modelándola con refuerzos interiores invisibles ante el espectador. Los tejidos naturales caen vaporosos sobre su propio peso hasta el suelo acariciando la piel con sutileza y armonía.
Muy cercano a esa perfección que dicen que no existen, los vestidos y el entorno crean una atmósfera atemporal y tranquila en la que la belleza es la palabra clave creada a partir de la precisión y el mimo.
Detalles
Como complemento perfecto: los salones en tonos nude, un recogido desenfadado y un maquillaje natural que marque los labios en color cereza.