Fotografía y Texto por Rocío Pastor Eugenio.
Fotografía 100% libre de retoque digital. Como siempre aquí, en WOMANWORD
El 14 de Julio es una de las fiestas más importantes que se celebran en Francia. La toma de la Bastilla liberó al pueblo exasperado del abrazo de la tiranía de los pudientes que les exprimían y devoraban, y ofreció a Francia la posibilidad de vivir, como ya se sabe, en igualdad, fraternidad y libertad.
Así pues, la ciudad de París, se engalana y no duda en celebrar por todo lo alto uno de los días más especiales de su historia.
De esta forma, ofreció experiencias culturales muy especiales, desde un coro góspel en la bellísima y siempre sorprendente Madeleine hasta un ballet clásico y cargado de humor en la ópera coronando el día con los imprescindibles fuegos artificiales a ritmos discotequeros con luces a todo color en la Torre Eiffel.
En lo que se refiere a la Ópera de París, el Palais Garnier es toda una delicia para los sentidos. Entre amplias bóvedas cuyo mármol ha sido modelado creando grandiosas figuras arquitectónicas, se abre un palacio de ensueño en el corazón de París. Desde sus entrañas, el arte y la cultura transitan creando imágenes de un pasado que se torna atemporal y que acoge, en cálido abrazo, a los visitantes sea cual sea su procedencia o tiempo.
Bajo la colorida bóveda creada por Chagall, figuras renacentistas cuelgan impávidas a la gravedad e iluminan a los asistentes bajo una gran lámpara de araña que resalta los tonos de la realeza que coronan el espacio: oro y burdeos.
Así, en este ambiente de magia y sueño consentido, el Ballet de L’Opéra de Paris despliega todo su encanto para, – después de una sentida ovación a la marseillaise, con el público en pie-, ofrecer un ballet en dos actos con un gran despliegue de medios, en el que los cambiantes y desmesurados escenarios han sido pintados a mano y más de cuarenta bailarines y bailarinas, trotan al son de la flamante orquesta que desde el foso marca el ritmo de cada plié y cada giro.
Todos los detalles han sido cuidados al máximo. Las descripciones de la campiña francesa, sus útiles, la siega, la rueca… costumbrista y acertada, hasta las gallinas se ponen a pie de pista para hacer ver cómo la expresión corporal, la danza y la música son capaces de crear historias desarrolladas en las que no se media ni una sola palabra.
Cada personaje ha sido creado con mimo y precisión, todos ocupan su lugar a la vez que determinan su personalidad propia.
Natural, grácil, delicada y completa, así es La Fille mal Gardée del Ballet de L’Opéra de Paris.
Expresiva, precisa, coordinada y estudiada, la obra mezcla la calidad escénica, la lumínica, el tiempo y el argumento uniendo ballet y comedia en una obra entretenida, bella y muy cuidada que permite trasladarse a otra época y ser testigo de sus días.
De este modo, tras 6 aperturas de telón debido a los aplausos, la ópera ha visto, ha oído y ha sido testigo de la historia del hombre desde 1668. Abrumadora, representa un lugar que permanece, mientras las generaciones transitan.
2 comentarios
FLOR SILVESTRE PARA WOMANWORD,QUERIDA ,LEO TUS ARTICULOS Y ME TRANSPORTAS A LA OPERA Y BUSCO SIN QUERER ENTRE TUS DESCRIPCIONES AL FANTASMA…ERES UNICA.
Se me ocurre pensar según voy leyendo este artículo, “La Fille mal Gardée” que sería justo que lo leyeran los Parisinos, que algún periódico de París lo publicara, que si pudieras lo enviaras a través de WOMANWORD. Sólo puedo decirte que no dejes de escribir, un beso