Por Rocío Pastor Eugenio.
Esther Ortega es una actriz de lo más europea: Grecia, Italia, España…
Sus inicios en el mundo de la interpretación partieron de la misma raíz del Teatro: Grecia.
Ahora, su vida está dedicada por completo a las artes escénicas. Su último trabajo: Los últimos días de Judas Iscariote en los que da vida a una abogada que defiende la inocencia por encima del propio Dios.
Su forma de interpretar, sincera y convencida, conmueve y transporta.
Hoy, para WOMANWORD, Esther Ortega revela sus secretos para conseguir hacer del escenario su fortaleza.
WOMANWORD- ¿Cómo comienza la aventura de Los últimos días de Judas Iscariote?
Esther Ortega– Coincidí con Adán Black en la fiesta de cumpleaños de una amiga y me dijo que tenía un texto que era perfecto para mí. Venía de hacer televisión y tenía mucha necesidad de encontrar un texto importante, que quisiese decirlo, que tuviese sentido ser dicho. En televisión hay mucha vacuidad, sin embargo, cuando leí este texto me enamoré, me interesó, me sorprendió, tenía todos los ingredientes de un texto épico y creo que nada sucede por casualidad.
Después, hemos tenido el lujo de poder ir creando esta obra durante dos años y medio, nos hemos juntado un grupo de gente para poder llevar a cabo este proyecto. Ha ido evolucionando y sigue creciendo. Esto es lo que sucedía en las giras, ahora esto es un lujo.
WW- ¿Qué se ha pretendido con un montaje así?
EO– Ante todo demostrar que la culpa no existe, buscamos hablar de la responsabilidad personal y de que el bien y el mal no existen más allá de uno mismo y lanzar la pregunta al aire, ¿quién es Dios? Buscamos una revisión de lo inamovible.
WW- ¿Qué has descubierto con tu personaje?
EO– La determinación, la fuerza, he descubierto con ella cuál es mi potencia, mi tenacidad, valores, la idea de Dios… Hemos crecido todos muchísimo con esta obra.
Fabiana es la voz de pueblo, la duda razonable. Es muy empática, a pesar de ser el personaje menos divertido, a nivel ideológico es el hilo conductor, es muy potente. Su discurso me apasiona. Creo que en los tiempos que corren, todos deberíamos llevar una Fabiana dentro: “¿Recortes? ¿Perdonar la deuda de los Bancos? O no…” Es dar un espacio a esa indignación, dar voz a la opinión de todos.
De hecho me ha pasado una cosa tremendísima en estas jornadas de manifestaciones… Mi madre trabaja en una oficina de empleo y me comentaba que han eliminado el REMI… En los años ’70 recuerdo que mi madre me contaba que la oficina tenía que cerrarse porque la gente, ante la necesidad que sentían (hambre, falta de trabajo…), se revelaban contra lo establecido exigiendo sus derechos. Y este es el clima que nos rodea. Creo que es vergonzoso lo que estamos consintiendo que nos hagan. Estoy muy contenta con que esta huelga me haya pillado trabajando porque he podido participar de ella, hay algo de solidaridad tremendamente necesario.
WW- ¿Estamos volviendo al pan y al circo?
EO– Totalmente, el pan son las grandes superficies y el circo es el fútbol. Es una vuelta hacia atrás recalcitrante, nos estamos reduciendo a una mínima esencia. El ser humano es capaz de lo más excelso y de lo más bajo y dentro de lo más maravilloso está la representación cultural del pueblo, que no le queramos dejar un espacio a eso habla de hacia dónde queremos dirigirnos. Alguien tiene que velar por eso porque la educación es el futuro y la cultura es la salud. ¿Para qué tienes la palabra sino es para la expresión?
WW- ¿Cómo defiendes las tablas?
EO– Con garras y dientes. Hubo un día de representación que fui tan enferma que al terminar tuvieron que llevarme al hospital. Mis compañeros me arroparon muchísimo, todos estábamos totalmente concentrados, me cambiaron los tacones por unas botas, hice la obra sentada… pero la hice, no puedes faltar.
WW- ¿Cómo entiendes el teatro?
EO– Yo soy muy esencial, empecé a estudiar artes escénicas en la propia Grecia. Mira, David Mamet, en su libro Manifiesto, habla de que el teatro empieza cuando el señor de las cavernas siente la necesidad de contar a los demás lo que ha vivido. Así, los demás aprenden de la experiencia y crecen, sienten, admiran… Al contar algo crecemos juntos. Eso es el teatro, a través de la tragedia, la comedia, la sátira… es poder reírnos de nosotros mismos, entender que no te puedes acostar con tu madre porque se acaba la raza humana, eso es Edipo.
A mí me gusta crecer y emocionarme. El teatro me gusta vivo.
Hay un error muy grave al decir que el teatro o la televisión no se hace de calidad porque al público no le gusta. La gente no es tonta y si le das algo bueno, lo reconoce y quiere más.
Lo más difícil con marcadísima diferencia es el teatro, la experiencia del momento es enorme en todos los sentidos, es el más duro, el más cansado y el más beneficioso por todo lo que descubres y lo que creces. No tiene que ver con nada y también, es en el que menos se cobra. También amo lo audiovisual, me resulta más fácil. El público me da mucho miedo y hasta el día del estreno no supero el terror de creer que me voy a morir. El poder generado en un escenario es muy difícil crearlo en un set.
WW- ¿Cómo preparáis cada día la función?
EO– Tenemos una energía enorme que fluye y una alegría desmesurada. Hacemos ejercicios de mirar, de escuchar al otro, creamos sinergia, escuchamos el espacio, estamos todos conectados. Todos somos uno, somos diferentes seres humanos con un mismo corazón.
Es muy importante también conectar con el texto y con la felicidad y la gratitud de la generosidad del público que viene a vernos para poder compartir lo que llevas dentro.
WW- ¿Quieres añadir algo?
EO– Pon que busco novio. Necesito un profundo buen ser humano que sepa quién es, que tenga mucho sentido del humor, que sepa poner límites con amor y tranquilamente y que desee profundamente algo en la vida. Con eso dentro, puedo ver guapo a cualquier ser humano.
Pequeños detalles…
Un consejo: Ser paciente.
Un lugar: Roma.
Una forma de vestir: Con tacones.