Por Rocío Pastor Eugenio.
Ayer, a las 20.30 horas se estrenó en el Teatro María Guerrero, de Madrid, La Loba de Lillian Hellman y dirigida por Gerardo Vera, quien también ha sido el culpable de una escenografía sin parangón que transporta a una mansión, a una plantación, a modales que un tiempo distinguían mediante el racismo y la clase social a los mismos seres humanos, bajo el yugo del dinero y el postín.
Su director, aún nervioso por el estreno, ha reconocido cuál es su método de trabajo: En los ensayos no le gusta cortar la escena. Aunque vea fallos prefiere apuntarlos y corregirles al terminar para no cortar esa energía que crear los personajes y que hacen que la historia, fluya.
Además, ha añadido que es el público quien otorga a la obra su verdadera identidad: “Hemos disfrutado montando el espectáculo y seguro que seguimos haciéndolo representándola. Siempre se aprende del público, con ellos veo risas o sorpresa en momentos en los que nunca lo habría imaginado. Eso es mágico”.
Sus intérpretes son Héctor Colomé, Carmen Conesa, Ricardo Joven, Paco Lahoz, Markos Marín, Jeannine Mestre, Víctor Valverde e Ileana Wilson son los encargados de dar vida a esta cruel realidad, a esta historia de codicia, de opresión de los poderosos que se enriquecen al robar a los pobres y a los trabajadores, de falta de moralidad y de humanidad basada en el sur de los Estados Unidos a principios del siglo pasado, y patente a día de hoy donde la historia de ésta familia adquiere nombres propios 100 años después.
Como hilo conductor de la manipulación, representante de la codicia, germen del capitalismo y de la competitividad financiera se encuentra el personaje representado por una grandiosa, natural y creíble Nuria Espert. Coqueta, ágil y ambiciosa, teje y entreteje para conseguir sus sueños por encima de lazos afectivos o humanos.
El trabajo audiovisual ayuda a situar la acción en el tiempo y en el espacio. Lo gestual ayuda a relajar la acción, entender a los personajes, moverse con ellos sobre la escena y hacer entretenida una realidad presentada sin remilgos, pero cargada de savoir faire, con un lenguaje cuidado y una acción desarrollada de forma paulatina y real.
Una obra en la que el teatro actúa como medio de entretenimiento y de instrucción. Un reflejo de la sociedad actual mostrando sus inicios y la falta de evolución social en 100 años. La educación y la cultura son las únicas vías para abrir los ojos ante el abuso que nos aísla y nos separa.
Una gran propuesta que muestra la devastación, la crueldad y la avaricia que sentaron los cimientos de nuestra sociedad.
Imprescinsible.
1 comentario
Gran recomendación, como siempre, es una obra muy buena, una escenografía acertadísima, que llena el escenario por completo, y los actores le dan todo el sentido, traiciones, intereses encontrados, lo peor del ser humano en todo su esplendor. Como dice WOMANWORD, imprescindible.